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Ícarus Zelensky ¿en vuelo hacia la bomba atómica?

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El actor y presidente ucraniano cuando abre la boca es para un discurso antirruso o para pedir más y poderosas armas, todo eso acompañado de acusaciones, reproches y velados insultos. Tales insultos no fueron nada velados sino abiertamente ofensivos en labios de sus embajadores o ministros, todos ellos – recordémoslo – pertenecientes a las multimillonarias élites oligárquicas gobernantes desde el 2014 en Ucrania.

Hace poco el insultado canciller alemán, Olaf Scholz, ha visitado al presidente Biden y de esas “conversaciones” han salido los acuerdos por los que Alemania, ya no aislada en solitario, entregará tanques Leopardo al gobierno ucraniano siempre y cuando los EE.UU. hagan lo mismo con sus tanques. Presidente Biden nunca fue insultado por los ucranianos.

El vilipendiado Scholz ha pasado de la noche a la mañana a ser aclamado, no por la oposición cristianodemócrata, pero sí por sus aliados Verdes y del Partido Liberal.

Pero no llegaron a pasar 24 horas de tal anuncio cuando Zelensky proclama públicamente nuevas exigencias. Ya no le bastan los tanques, quiere aviones. Quiere volar más alto en el conflicto bélico.

Los comentaristas políticos alemanes hablan con precaución de esta escalada de peticiones. Y a la pregunta de hasta dónde de lejos ha de llegar la ayuda militar occidental la periodista Sabine Adler respondía que depende de qué es lo que hará Zelensky con los aviones. Si los quiere para defender su territorio le parece legítimo, pero si Zelensk los quiere para agredir territorio ruso entonces la cuestión es más grave pues sería una directa participación en la guerra y Rusia podría justificar no solo una escalada antiucraniana sino que podría emprender medidas contra Alemania.

Zelensky quiere volar más alto y eso me recuerda al mito griego de Ícaro. Ícarus era hijo del genial arquitecto y constructor Dédalo que había diseñado el laberinto para el minotauro del rey Minos, pero al revelar el secreto de la salida a Ariadna y esta a Teseo, el rey Minos encerró a Dédalo y a su hijo Ícaro para que no revelasen dichos secretos. Sin embargo, Dédalo pudo salir del Laberinto ya que conocía al dedillo y de pies a cabeza su propia obra. Una vez fuera, para escapar definitivamente del poder del rey Minos, Dédalo fabricó unas alas hechas con cera y plumas para él mismo y para su hijo Ícaro. Antes de emprender vuelo advirtió a su hijo de tener cuidado de no volar demasiado alto por el Sol, ya que si volaba muy cerca del Sol, se derretiría la cera.

Pero ya lejos de Creta, Ícaro estaba tan maravillado por la sensación de volar y sitiendose poderoso no evitó el ir aún más alto y voló hacia el Sol. Dédalo no pudo detenerlo y tras unos minutos, en el radiante Sol se derritió la cerra lo suficiente para deshacer las alas de Ícaro. El imprudente Ícaro se precipitó al Mar y su padre no pudo evitar que muriera ahogado. Dédalo, abatido, rescató el cuerpo de su hijo y lo enterró en una pequeña isla que recibiría el nombre de Icaria.

En esta comparación mítica, el presidente Biden representa el papel doble de padre que fabrica alas para que su hijo Ícaro-Zlensky vuele y de emperador Minos que mantiene encerrados tanto al padre de Ícaro como al monstruo minotauro, aquí representado por el ruso Putin que no acaba de salir del laberinto.

El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, todavía en vuelo hacia el sol bélico de derrotar a los rusos, ha acusado a los países europeos que continúan comprando petróleo ruso de estar “ganándose el dinero con la sangre de otras personas” durante una entrevista con la BBC. No habla de las víctimas civiles ucranianas que mueren por no entablar negociaciones y persistir en la entrada en la OTAN.

Zelensky acusó directamente a Alemania y Hungría de impedir que se acuerde un bloqueo europeo a las ventas energéticas, de las cuales se espera que Rusia obtenga ganancias de 326.000 millones millones de dólares del pasado 2022.

Ha habido una creciente frustración del liderazgo ucraniano con el gobierno de Berlín, aunque este ha apoyado sanciones contra Rusia, pero hasta el momento se haya resistido a sus llamados para apoyar acciones más fuertes en contra de las ventas petroleras.

“Algunos de nuestros amigos y socios entienden que esta es una era distinta, que ya no es un asunto de negocios y dinero”, le dijo Zelensky a la BBC desde su despacho en Kiev este jueves. “Es un tema de supervivencia”. Ciertos comentaristas suponen que habla de su propia supervivencia como presidente. De ahogados, al río, pero si el Ícarus ucraniano persiste en volar más alto en la guerra pidiendo misiles de largo alcance y aviones, es posible que caiga en picado y se precipite al mar ahogándose, como en la mitología griega.

Pero las dudas persistentes en Berlín -incluso cuando Rusia era acusada de abusos contra los derechos humanos en Ucrania- llevaron a una enorme presión de parte de los aliados occidentales patroneados por los EE.UU. quienes, hasta ahora, estaban entusiasmados por mostrar una imagen de unidad frente a las agresiones rusas.

La indecisión o prudencia del canciller alemán, Olaf Scholz, dividió también a su país, incluidos su coalición de gobierno y su propio partido, el SPD, especialmente por una campaña mediática pro-bélica en toda la prensa, radio y televisión alemanas...

“¡Liberen a los leopardos!” era el eslogan que se escuchaba en concentraciones periódicas a las afueras del parlamento alemán, al tiempo que se llevaban a cabo debates sobre si enviar los tanques o no

La verde – políticamente verde, que es el color de la inmadurez y de la envidia – Baerbock, ministra de Exteriores, expresó en un discurso ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en Estrasburgo, que Europa tiene que “hacer más, también en relación con los tanques, pero lo más importante es que lo hagamos juntos, sin culpar a Europa, porque la guerra, es contra Rusia, no entre nosotros, según recogieron las cadenas alemanas de televisión ZDF y ARD. La portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, Maria Zajarova, reclamó publicamente a Alemania que ”aclare“ su posición sobre la intervención rusa en Ucrania, iniciada hace más de once meses, por órdenes de Vladimir Putin. Zajarova indicó que el embajador alemán en Moscú debe dar explicaciones sobre las últimas declaraciones de la ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, en las que señalaba que la ayuda a Kiev no convierte a Berlín en parte del conflicto. ”La ministra de Exteriores alemana declara que su país, junto a otros países, está en guerra con Rusia. Pero el mismo Ministerio no considera que su país sea parte del conflicto. Ante estas declaraciones contradictorias, el embajador alemán en Moscú debería aclararlas“, indicó Zajarova a través de su perfil en Telegram.

En la propaganda de hace tres años que llevaron al Partido Verde al Gobierno se hablaba de “nada de armas ni material bélico a zonas de guerra” y también de abandonar el uso del carbón y de la energía atómica. La propaganda que colgaban en las Straßenlaterne (lámparas callejeras) contra la guerra y a favor de la ecología se han trastocado dentro del gobierno semáforo en propaganda armamentista y en uso acelerado de energía atómica y minas de carbón, o sea, todo lo antiecológico posible con tal de no comprar el gas de los malvados rusos, aunque sea posible comprarlo a países nada democráticos como Arabia Saudí.

Ahora aunque todavía los tanques no están en camino, Zelensky ya quiere aviones. Quiere volar más alto en el conflicto bélico con Rusia. Zelesky ha tenido muchas faltas y no pocas caídas desde su enfrentamiento a Rusia y su pretensión de entrar en la Unión Europea y en la OTAN. Su entrada en la Unión Europea sería un giro a la derecha o a la ultraderecha cargada de afectos antirrusos y votaciones neofascistas. Pero además, si su pretensión de “derrotar” a Rusia se cumpliera, veríamos en todo el continente una nueva serie de conflictos y guerras, peores a las vividas tras la disolución de la Unión Soviética. Y si su caída fuera como la de Ícaro, hay que impedir que nos arrastre al resto de Europa al abismo bélico y menos aún, al atómico.

Las advertencias de Putin y sus poco veladas amenazas de conflicto atómico hay que tomarlas en serio. Gusten o no gusten.

Tanto Alemania como los Estados Unidos son reacios a satisfacer las exigentes peticiones de Zelensky de darle aviones jet de guerra. La insaciable sed armamentista de Zelensky y su gobierno no se detendría y si ahora piden aviones y cohetes misiles, ¿qué les impedirá mañana exigir también la bomba atómica?

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