Lo que parecía impensable ahora es presumible y realizable por Isabel Guerra

Parecía impensable, cuando se había conseguido en etapas anteriores el reconocimiento y la concienciación de la ciudadanía sobre las barreras existentes en todos los ámbitos.

Parecía impensable que no se tuviera en cuenta el avance que han experimentado las mujeres en los últimos años educándose en niveles formativos superiores, evidenciando que la educación es una herramienta fundamental para alcanzar una sociedad más igualitaria, donde hombres y mujeres, niños y niñas, pueden tener las mismas oportunidades de desarrollo personal e intelectual. No en vano, las universidades están llenas de mujeres que terminan sus carreras universitarias y que aspiran a conseguir un trabajo acorde a su grado de formación.

Parecía impensable que, en el ámbito sanitario, se cuestionara la necesidad de impartir formación en salud sexual y reproductiva de las mujeres, esencial para contribuir a la planificación familiar, y que se pretenda modificar la Ley del Aborto, quitando a la mujer el derecho y la cobertura jurídica para decidir la interrupción voluntaria del embarazo.

Parecía impensable que, desde las instituciones religiosas, se volviese a dictar a los gobiernos de nuestro lo que debe legislarse. En tiempos remotos quedaban aquellos eunucos que se permitían el lujo, desde sus púlpitos, de dictar a los gobernantes cómo y cuándo debían tener hijos e hijas las mujeres. Aquéllos que iban contra la ley natural y que, sin embargo, daban lecciones de sexualidad a las mujeres.

Parecía impensable que no se volviera a tener en cuenta que la incorporación masiva de las mujeres en el ámbito laboral ha servido, para que, desde la independencia económica, éstas fueran un poco más libres para tomar decisiones de cómo, dónde y en qué quieren emplear su dinero. Las mujeres, de repente, nos convertimos en agentes económicos capaces de dinamizar ciertos sectores productivos.

Parecía impensable que no se tuviese en cuenta que, desde el ámbito laboral, los planes de Igualdad en las empresas y en los puestos de Administración no tuvieran sus máximas defensoras en las secretarias de igualdad sindicales.

Parece impensable y hasta paradójico que se haya elegido precisamente el día 8 de marzo, el Día Internacional de las Mujeres, antiguo día llamado de la Mujer Trabajadora, para evidenciar la tramitación del decretazo de la reforma laboral más injusta con las mujeres, que relega las relaciones laborales al ámbito individual entre trabajadora y empresario, que, sin duda, las priva de relaciones armoniosas de convivencia laboral y familiar, y que se carga de un plumazo los avances en materia de conciliación de la vida personal, laboral y familiar.

La lucha reivindicativa de las mujeres en la calle, a través de las organizaciones feministas, está ahora más viva que nunca. Lo que parecía imposible se vuelve presumible y realizable, con recortes en las instituciones, con unos retrocesos y denigración de las políticas de Igualdad, y con gastos superfluos que, en épocas de crisis, no se justifican. Siempre ha sido la carta de presentación del PP. Las mujeres en estos momentos no estamos dispuestas a abandonar nuestras carreras profesionales para dedicarnos a las tareas del hogar, y a esperar como Penélope, por el jornal de nuestra pareja.

Atrás ha quedado la inscripción en el documento de identidad “de sus labores”. La lucha de la Igualdad pasa por que las mujeres rompan los techos de cristal, visibles e invisibles, que tratan en estos momentos de imponerse en nuestra sociedad. Mucho hemos avanzado entre todas y todos para que a las mujeres no nos vuelvan a hacer invisibles, y más aún queda por andar para conseguirlo en el presente y en el futuro.

*Isabel Guerra es consejera del Grupo Socialista en el Cabildo de Gran Canaria

Isabel Guerra*