Manos ensangrentadas saludan a Biden en Saudi Arabia
Hace poco recordábamos el célebre caso del Watergate en que valerosos periodistas de The Washington Post, gracias a sus investigaciones, descubrieron la actividad criminal del mismísimo presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, obligándole a dimitir. En estos días, Fred Ryan Jr. ha escrito un artículo en el citado periódico diciendo que la visita de Biden a Saudi Arabia erosiona la autoridad moral americana. Fred Ryan es el actual director ejecutivo de The Washington Post y presidente de la Fundación Presidencial de Ronald Reagan, y es una de las 100 personas más influyentes en Washington.
En su artículo Fred Ryan reprocha a Biden el “estrechar la mano manchada de sangre del paria”, que sigue siendo príncipe heredero.
En su artículo de julio de este año recuerda: “Los políticos inexpertos a menudo aprenden por las malas la diferencia entre hacer campaña electoral y gobernar, haciendo declaraciones audaces en el camino que más tarde exigen vergonzosas rectificaciones y retrocesos. Pero cuando se trata de realpolitik internacional, ningún candidato reciente tendría que estar mejor informado que Joe Biden. Tras décadas en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y ocho años como vicepresidente, Biden hizo campaña en 2020 en parte por su experiencia en política exterior.”
Sigue escribiendo Ryan: “Cuando estaba a la busca de votos, Biden prometió convertir al príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman en un paria por su papel en el asesinato del columnista de The Washington Post Jamal Khashoggi, el mundo tenía todas las razones para pensar que lo decía en serio. Entonces, ¿por qué el presidente Biden va ahora a Jiddah de rodillas para estrechar la mano manchada de sangre del paria? Una vez más, está buscando votos.”
Ryan se refiere sin duda a las próximas elecciones parciales norteamericanas amenazadas por un conservadurismo creciente con intención de voto por el contrincante del Partido Republicano.
Biden trata ahora de justificar su ruptura a la promesa de hacer justicia al asesinado periodista Jamal Khashoggi que fue detenido, asesinado, descuartizado en la embajada saudí de Turquía, y transportado a trozos en valija diplomática al reino saudita. Un crimen horrible propio de la serie negra de la peor de las mafias.
El presidente Biden ha tratado de justificar su viaje como una medida necesaria para promover la estabilidad en Oriente Medio y combatir la agresión rusa y china. Pero Fred Ryan Jr. afirma rotundamente: “El presidente debería saber que reunirse con Mohammed bin Salman, o MBS, como se le conoce, dará al líder saudí exactamente lo que tres años de campañas de relaciones públicas saudíes, gastos de cabildeo e incluso una nueva Liga de golf no han conseguido: una vuelta a la respetabilidad. Esta inmerecida absolución, a su vez, sólo socavará los objetivos de política exterior que Biden espera alcanzar”. Ryan juega aquí con el término católico de la absolución de los pecados, aludiendo a la supuesta creencia católica de Biden.
¿El Washington Post contra Biden?
Según siempre por el periodista americano, cosa no vista en ningún medio español, la reunión saudita de Biden señalará que los valores estadounidenses son negociables.“ Esto irrita a Fred Ryan, aunque a nosotros no nos sorprenda, y recuerda que a principios de este año, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan suspendió abruptamente el juicio de 26 saudíes sospechosos del asesinato de Jamal, justo antes de su prevista visita a Arabia Saudí para abogar por una inversión económica saudita que impulsara su propia candidatura (la de Erdogan) a la reelección turca en 2023. Ahora, es el presidente de Estados Unidos quien hace la vista gorda ante el asesinato de Jamal en un esfuerzo por bajar los precios de la gasolina antes de las elecciones de mitad de mandato de este otoño.
La moral a la altura del betún, cosa admisible en un autócrata como Erdogan, pero que irrita a Fred Ryan, si es la norma de conducta del presidente de EEUU.
Biden necesita que los saudíes aumenten su producción de petróleo para ayudar a mantener los precios globales de la energía bajo control. El viaje actual muestra que Estados Unidos está dispuesto a mirar hacia otro lado cuando sus intereses comerciales están en juego. Y Fred Ryan sigue su crítica escribiendo: “Hemos aprendido, a lo largo de décadas de duras lecciones, que los terroristas reclutan explotando el odio a Estados Unidos entre personas embrutecidas por sus propios líderes despóticos. Esa narrativa tiene más éxito cuando los estadounidenses hablan bien de los derechos humanos hasta que hay algo más que necesitamos, como el petróleo barato.”
La “cara de circunstancias” puesta por Biden, insiste Fred Ryan, “erosiona nuestra autoridad moral y alimenta el resentimiento antiamericano. Comunica a los activistas de la democracia y a los gobiernos reformistas de todo el mundo que Washington es un socio poco fiable. Y eso siembra la confusión y sabotea nuestra diplomacia, lo contrario de lo que Biden dice que intenta conseguir con su viaje”.
Como se puede leer, el director ejecutivo de The Washington Post parte de sus creencias morales en lo que deberían ser los valores de la política exterior norteamericana.
No lo puede decir más claro, pero en todo el tono de su artículo Fred Ryan indica la “bajada de pantalones de Biden” ante los monarcas autocráticos saudíes. Ningún obstáculo importante impidió a los saudíes aumentar la producción de petróleo en cuanto las tropas rusas entraron en Ucrania. Su respuesta a las peticiones del gobierno Biden de aumentar la producción, el príncipe MBS desairó a los principales funcionarios de la administración Biden y se negó a participar en una llamada telefónica con el presidente. Más claro el agua.
Ni las reuniones con los adjuntos de Biden ni una llamada telefónica le darían al principito MBS lo que más deseaba: una foto del presidente dándole la mano. Así que MBS aguantó hasta que Biden se desesperó lo suficiente como para ceder. La foto no es de estrechamiento de manos, quizás por el peligro del virus COVID, pero chocan los puños y sonríen.
Cuando el periodista Jamal, que vivía en Virginia, fue asesinado, el mundo se sorprendió de que el príncipe MBS matara a un periodista tan estrechamente relacionado con Estados Unidos. Hoy, Vladimir Kara-Murza, otro colaborador del Post y residente permanente en Estados Unidos, languidece en una cárcel rusa por supuesto espionaje. Y Austin Tice, ciudadano estadounidense que ha trabajado como freelance para el Post y otros medios, sigue cautivo en Siria después de casi una década.
Ante esos ejemplos, Fred Ryan Jr. se pregunta: “Cuando la imagen de Biden saludando sonriente al asesino de Jamal dé la vuelta al mundo, ¿qué dirá a Vladimir Putin y a los sirios, que tienen en sus manos las vidas de estos periodistas?”
No creo que a Putin le importe mucho ni poco tal imagen de un Biden amistoso con un autócrata asesino. Como tampoco les importa a las compañías armamentistas españolas y europeas que siguen vendiendo al régimen saudí árabe que bombardea el Yemen sin declaración de guerra, sin respeto de los mínimos acuerdos internacionales en casos bélicos.
Algunos trataban de argumentar antes del viaje de Biden que ha pasado suficiente tiempo desde el asesinato de Jamal como para que la relación entre Estados Unidos y Arabia pueda seguir adelante. Pero si no es demasiado tarde para que Biden saque algo bueno de este error mal concebido, sigue argumentando Ryan, añadiendo: “No podemos olvidar que, aunque Jamal fue asesinado hace más de tres años, ahora mismo, cada día, el pueblo saudí está sometido a una represión grotesca. Presos políticos, disidentes, periodistas independientes y otros son encarcelados y torturados bajo la dirección de MBS. Las mujeres son ciudadanas de segunda clase, y los derechos del colectivo LGBTQ y de las minorías no existen.”
Esto no lo dice un izquierdista furibundo, ni un predicador de moral occidentalista. Lo dice una de las 100 personas más influyentes de Washington. Lo que, por cierto, no ha dicho ningún dirigente “democrático” de la Unión Europea.
Al mismo tiempo, prosiguen las investigaciones por presunto golpismo del expresidente Trump, alentadas por el partido de Biden y algún republicano. Una joven valerosa, Cassidy Hutchinson, exasistente del jefe de gabinete de Donald Trump de la Casa Blanca, Mark Meadows, declara contra Trump rompiendo el voto de silencio en la audiencia donde se investiga el ataque republicanista del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos.
Richard Nixon violó la Constitución y dimitió. Trump aplaudió un asalto multitudinario contra el órgano máximo de la autoridad legal constitucional, el Congreso de los Estados Unidos. Y Trump sigue campeando por sus respetos apoyando a los ultraconservadores candidatos republicanos.
En un gobierno de facilitadores, en una multitud de aduladores que incluso hoy siguen sin ser capaces de enfrentarse a Donald Trump y hablar públicamente sobre su conducta desquiciada y anticonstitucional, Cassidy Hutchinson, de 25 años, exasistente de Mark Meadows, jefe de personal de la Casa Blanca, surgió de las filas republicanas para convertirse en una improbable —y solitaria— narradora de la verdad.
Cassidy Hutchinson, que ocupaba un puesto clave entre los ayudantes en la White House de Donald Trump, declaró bajo juramento ante el Comité de Investigación sobre el violento 6 de Enero del 2021, que Trump estaba informado que sus “partidarios” estaban armados, pero que Trump mismo dijo a los oficiales “let my people in”, que dejaran a sus gentes marchar contra el Capitolio.
Los mismos políticos que no se atrevían a decir nada criticando al entonces presidente Trump y hoy despotrican de él, forman un nuevo coro cantor, bastante desafinado y disonante, en torno a Biden. La promesa electoral de convertir a Arabia Saudí en un paria a nivel internacional parece caer en el saco sin fondo del olvido presidencial.
Y por eso resulta interesante que un periodista americano, Fred Ryan Jr., recuerde las promesas olvidadas y la supuesta moral de la política exterior de EEUU de Derechos Humanos.
0