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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González
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MetroGuagua. Así no

Juan José Cardona

Durante el mandato 2011-2015, el gobierno municipal del Partido Popular impulsó notorias acciones en políticas de movilidad para conseguir una Ciudad más amable. La primera fue darle la vuelta a la gestión de Guaguas Municipales: gerencia, modernización, renovación de la flota, cambio de la red de líneas, introducción del transbordo gratuito, unificación de tarifa con Global, mejora de la información al usuario, entre otras. Los resultados no tardaron en llegar: recuperación extraordinaria de viajeros y mejora objetiva de la calidad del servicio prestado, puesta de manifiesto en las encuestas realizadas a nivel nacional. Cumplidos o encauzados estos objetivos vimos la necesidad de colocar en el horizonte un nuevo reto: potenciar la oferta mediante un sistema que permitiera mejorar la capacidad, velocidad y regularidad, sin incurrir en excesivos costes. Nació la idea y la filosofía del BRT que presentamos en 2014, en el transcurso de unas jornadas informativas.

Así las cosas, en 2015 llegó el tripartito al gobierno municipal y, sin pensárselo dos veces, se subió al caballo de la BRT, previo cambio de denominación, y le dio la fusta necesaria para ponerlo al galope en una innecesaria carrera contra el tiempo. Hoy, el resultado es que el potro está desbocado, están gastando dinero a espuertas y lo peor es que van a convertir una idea ilusionante en un auténtico problemón para la ciudad. La razón principal de este pesimista augurio radica en que no se han cumplido las condiciones previas necesarias para ejecutar el proyecto en los términos presentados en 2014. ¿Cuáles son esas condiciones? Como mínimo tres imprescindibles.

En primer lugar, no están ejecutadas, ni se le esperan, las infraestructuras viarias necesarias que, en todo caso, deberían realizarse antes que las obras de la línea MetroGuagua y, entre ellas, de forma prioritaria, el enlace de Torre Las Palmas que junto al ensanche costero de Vegueta, Bravo Murillo e Istmo son obras estratégicas para no colapsar la ciudad. Sin resolver Torre Las Palmas, por ejemplo, es una locura peatonalizar por completo Mesa y López, como concluyen los estudios técnicos realizados en 2013.

La segunda condición, tan importante como la primera, es el propio desarrollo y maduración de un proyecto tan ambicioso. Esto supone, tiempo, trabajo y esfuerzo además de dinero. Lo que fue el “master plan” de 2014 debió ser sometido a un proceso de evolución y contraste hasta tener la seguridad de que lo diseñado se correspondía con lo que la Ciudad necesita. En su lugar, están ejecutando precipitadamente las unidades de obra, como un puzzle, sin que el Ayuntamiento haya adoptado, si quiera, acuerdo de aprobación del proyecto, con las consecuencias técnicas y jurídicas que ello implica. Es como pasar de un plan general a una licencia de edificación sin aprobar un plan parcial, un estudio de detalle o una ordenanza.

Y por último, el tercer requisito incumplido: un completo proceso de implicación, información, participación y pedagogía de los ciudadanos. Creen que gastando millones de euros en publicidad conseguirán la imprescindible involucración ciudadana, pero se equivocan. La publicidad es una herramienta más pero han olvidado otras muy importantes. Como digo, ninguna de estas tres condiciones previas se ha cumplido y, sin embargo, asistimos al comienzo de obras que, sin planificación previa, terminarán colapsando el tráfico de gran parte de la ciudad baja. Valoro y comparto muchas de las conclusiones de la Plataforma en defensa de la MetroGuagua pero mucho me temo que a tenor de quien encabeza las firmas obtenidas, poca autocrítica veremos en el desaguisado que el tripartito municipal está organizando en las calles de la capital grancanaria y mi obligación hoy, además de compartir la filosofía, es denunciar la pésima gestión que están llevando a cabo los que tienen la responsabilidad de dirigir, hasta 2019, nuestro Ayuntamiento.

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