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Espacio de opinión de Canarias Ahora

Se necesitan cambios

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Es muy sencillo, el mundo está cambiando, la economía está cambiando, y también está cambiando la manera en la que nos movemos y cómo y dónde desarrollamos nuestro trabajo. 

En ese sentido Canarias debe ser consciente de cuál es su situación y cómo puede dar más lógica a su forma de estar en el mundo, adaptándose a los modelos actuales de vida.

La mayoría de los ingresos de nuestra economía van orientados a empresas radicadas fuera del territorio, de las cuales muchas de ellas tienen una actividad consolidada, poner sus actividades más cerca del interés general, a través de reformas pragmáticas, es fundamental para dar forma a una Canarias al servicio del futuro de los más jóvenes de las Islas, aquellos que heredarán y conducirán nuestro Archipiélago, siempre en las condiciones que lo dejemos.

El desarrollo de nuestra economía, nuestras instituciones públicas, organizaciones y asociaciones, de la mano de nuestra cultura, ha logrado generar unos estándares de vida no imaginables en la Canarias del Siglo XX, donde literalmente hemos pasado de ser un territorio donde más de la mitad de la población vivía en el analfabetismo y la pobreza extrema a ser el territorio con más turistas por habitante del mundo. Eso lo hicimos, eso se logró, entre todos, conducidos por una élite en aquel momento útil, pero entre todos.

Estos datos se celebran en el conjunto de España con mucho cariño, mientras tanto en las Islas anida un entendimiento cada vez más enfocado en cómo repartimos los metros cuadrados que tenemos. Es lógico que esto esté de vanguardia, porque nunca habíamos tenido un problema de tal magnitud, el cual cada día se hace más grande.

En ese debate que estamos teniendo, estriban creó tres soluciones, cada una con sus víctimas. La primera idea parte de una diferenciación entre personas con más recursos y menos, es decir, ante la necesaria exclusión de algunos, pierden los de menos renta.

La segunda idea es una diferenciación entre los canarios y los no canarios, es decir, privilegiar el estatus de los que son de aquí, respecto a los que no. Aquí más de uno estará pensando qué quiere decir ser canario, y la respuesta es clara, dado que ser canario hoy significa estar inscrito en algún padrón municipal, todo esto teniendo en cuenta que en el padrón de Adeje o La Oliva de Fuerteventura la mayoría de las personas no son españolas. Lo que está ocurriendo es verdaderamente grave, cuando te paras a analizar que en La Oliva hay un 38,1% de italianos y un 55,7% de españoles, con datos de 2022.

La tercera idea sería dejar las cosas como están y no hacer nada. Es evidente que hay normas y funcionamientos sociales que hoy dan valor a los canarios frente a los que no lo son, y no hablamos sólo de normas escritas, si no de sus consecuencias y del propio funcionamiento cultural de la sociedad, dado que somos un conjunto bastante permeable si el extranjero es capaz de integrarse y tiene voluntad, cosa que ponemos bastante fácil, dada la naturaleza de nuestro pueblo, resiliente, paciente, humilde y profundamente empático, víctima histórica del comportamiento que mejor ha sido posible figurar para sobrevivir, propio de un pasado colonial que aún tiene resquicios en formas y comportamientos observables en el día a día.

Esto es curioso. Es evidente, no ya por sus ideas actuales, siempre circunstanciales, si no por detalles morales, estéticos, incluso de lenguaje corporal, diferenciar quien procede de una familia que engrosaba la humildad de las costas y los pueblos, que luego se hicieron barrios, y quien daba cuerpo a todas esas entidades y personas que desde sus haciendas, edificios y lugares de recreo, observación y decisión, congregados en las medianías que servían de núcleos de población de todos los pueblos, daban realidad al cuerpo de la ley social y el comportamiento debido.

En ese sentido hoy está muy presente la mentalidad del cacique, en todos nosotros, de aquel que se cree dueño de su isla; el insolente, el que aparca mal, el que trata con desprecio a sus iguales, el personaje clasista que no es consciente de que vive en sociedad y debe ser amable con todas las personas, sean como sean y vengan de donde vengan. Está por ahí pululando por la isla, y una vez le toca ser representante y otras veces ser pueblo, siempre pensando en la isla para sí, sin compartir, ni con los de aquí, ni con los de fuera.

Las islas son por antonomasia el mayor recreo y fantasía del colonizador; es un reto de estos tiempos transformar y hacer presente y continua la mirada del canario para que comience a confiar más en lo que le rodea, aportando más al común, utilizando el transporte público en la medida de lo posible, no contribuyendo a la degradación de los espacios naturales, contribuyendo con sus impuestos al mejoramiento de la comunidad,  consumiendo dogmáticamente productos de empresas que fabriquen y elaboren en Canarias, porque será así, cuando las personas que aquí viven puedan entender que hay un mayor valor en lo que somos, que noten que se puede confiar, ahí cuando estaremos preparados para dar cuerpo a todas las medidas que ahora se pregonan y en nada quedarán con la componenda actual de las cosas, pues no hay prácticamente ningún contrapeso sólido a la gran influencia en el poder público de las economías que más se lucran de nuestro día a día.

En ese sentido, según están las cosas hoy, la idea tercera, la de dejar las cosas como están, es la más probable, porque además, es la que menos trabajo genera a nuestras instituciones. Unas instituciones con una constante y evidente falta de personal técnico y administrativo, que es incapaz de abordar las reformas que hoy necesita Canarias.

Los que hoy gobiernan querrán dejar las cosas como están, pues ese es el sustento ideológico de los conservadores, pues para ellos las cosas van bien, y no hacen falta cambios. Quien trata de mover las posiciones de los conservadores es incómodo, y le costará mucho salir adelante, y además, será depauperado por ellos y todos sus influyentes agentes, que tratarán de dañar la noción del interés personal y la intuición que pueda tener cada uno de los ciudadanos de Canarias, los cuales, si no viven dentro de uno de esos complejos hoteleros con pulsera y todo incluido donde no te enteras de nada, conocen ya, que nuestro dinero se lo están llevando a espuertas muy lejos de aquí, vía sólo de nuestro esfuerzo, y que con lo poco que nos dejan, debemos contribuir además en porcentaje de impuestos para sostener las estructuras que sirven al actual modelo turístico, cultural y económico de Canarias.

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