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El Norte

José Manuel Balbuena Castellano / José M. Balbuena

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Aquí hemos perdido el rumbo en muchas cosas. En reflexión, en respeto a nosotros mismos y al entorno. Nos hemos olvidado de que una de nuestras riquezas y atractivos para el turismo es la naturaleza y el medio ambiente. Como consecuencia de “ese olvido” tenemos hoy un territorio desordenado, masacrado sin que se fijen límites para ese desgaste que algunos consideran natural y acorde con un mal llamado progreso.

Cargarse costas, barrancos, montañas, laderas, bosques y todo tipo de paisajes o espacios naturales para ofrecer el resultado al turismo, ni es progreso ni es sostenible.

Ahora se vuelven locos, a través de sistemas mediáticos, defendiendo la necesidad de construir más puertos deportivos (para atraer un turismo de calidad, dicen), más hoteles de cuatro o cinco estrellas (no los hacen de seis io siete porque no los hay), más campos de golf, con sus correspondientes hoteles, chalés y zonas residenciales complementarias, para ver desfilar por nuestra tierra a los magnates del mundo y a los que manejan mucha plata e influencias. Todo ello sin contemplar el impacto medioambiental y paisajístico que crean estos proyectos. Otros defienden la creación de parques temáticos, también como una panacea para crear riqueza, ignorando que el mejor Parque Temático y la mejor oferta a los que nos visitan es nuestra propia naturaleza, las playas vírgenes, la flora, la fauna, los yacimientos arqueológicos, nuestras costumbres, nuestra cultura. Esa gran oferta la ignoran los millones de turistas que nos visitan a lo largo del año. Es realmente triste que esto ocurra.

Otro prefieren seguir ignorando que muchos de los negocios turísticos que se han montado en las islas (grandes cadenas hoteleras, parques temáticos, turoperadores, líneas aéreas, etc.) son extranjeras, o multinacionales nacionales y generalmente, han quedado las migajas para los canarios. Ni siquiera la mayor parte de los centros comerciales de los que disponemos en las zonas turísticas son decentes y adecuados.

Desgraciadamente, la insensibilidad con respecto a la conservación del medio ambiente y de la naturaleza es aún muy baja en estas islas. Nada que ver con lo que se hace en los países más progresistas y sensibilizados de Europa. No tienen sino que ver cómo se comportan el ciudadano medio con su entorno, los propios ayuntamientos, o determinados políticos relevantes (aunque mediocres y escasa visión del futuro), cuando aprueban algunos proyectos que son alucinantes.

Volviendo al asunto del abandono del Norte de Gran Canaria, no sólo este ha tenido que ver con el retraso de obras públicas e infraestructuras, sino que se ha complicado con el mal trato que se ha infligido a todo su litoral, desde Las Palmas de Gran Canaria a Agaete. Se encuentra desde hace muchos años contaminada por el vertido que sufre de aguas fecales, o por la apropiación indebida de terrenos de dominio público, con aparición de poblados o barrios fantasmas, sin red de alcantarillados, sin canalizaciones, sin emisarios, sin depuradoras, ni los más mínimos equipamientos. Una absurda falta de ordenación territorial, de leyes y normas que protejan estos espacios, propiciada por una desidia política o un amiguismo mal entendido, a todos los niveles de la administración. Me supongo que algunos pocos de los que han sido u hoy son políticos, podrán tener la dignidad de tirar la primera piedra. La mayoría han contribuido a que esta situación se haya producido y además, se perpetúe.

El otro día leía un reportaje del periodista Javier Bolaños donde denunciada que las aguas fecales discurren hacia el mar (o empapan la tierras y barrancos a cercanos lugares poblados) sin que nadie se escandalice por ello, ni sienta vergüenza. Como si ya todo el mundo se hubiese acostumbrado a vivir entre la porquería. Pero no se trata de “un caso aislado”. Bolaños informó que “cientos de viviendas vierten a diario sus aguas fecales en las playas del Norte con la absoluta permisividad de los organismos competentes” (¿O los llamamos “incompetentes”?).

Eso sí, que no nos digan salvajes, o poco ecologistas, incultos, o enemigos de la naturaleza y malos defensores del medio ambiente, porque, a lo mejor, nos enfadamos y todo. Por lo visto no está tipificado como delito que esas puercas aguas fecales se filtren o puedan ir a parar a la mar, la que nos proporciona alimento y muchas satisfacciones. Ni tampoco todos los desaguisados que se cometen en nuestro litoral, o en las playas donde nos bañamos a diario.

Para terminar el artículo subrayo lo que decía Javier Bolaños: “la contundencia con la que se está actuando contra las construcciones que se han levantado en terrenos de dominio público en la costa de los municipios que limitan con el mar en el Norte de Gran Canaria, contrasta con la indiferencia generalizada de todas las administraciones a la hora de poner freno a otros delitos medioambientales que se cometen con la mayor impunidad. Y a plena luz del día.

Está claro que vivimos en “unas islas afortunadas”... para aquellos que infringen las leyes y las normas establecidas, del tipo que sean. Probablemente lo sabrán los que han venido aquí, no a trabajar y a ganarse el pan con el sudor de su frente, sino a delinquir Por eso tenemos tantos. Esto es un paraíso..

José M. Balbuena

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