¿Quién paga todo esto?

Cuando el escritor catalán Josep Pla pisó Nueva York y vio todos aquellos rascacielos iluminados, lo primero que preguntó fue: ¿y quién todo esto?. Esa es la pregunta que volvemos a hacernos en Gran Canaria después de que el Tribunal Constitucional haya rechazado el último recurso del Ayuntamiento de Las Palmas capital para evitar la demolición del edificio de la biblioteca pública situada en la Avenida Maritima, junto al parque de San Telmo.

Hace años, cuando el ahora ministro Soria era alcalde de la capital grancanaria, el consistorio permitió que el Estado levantara el imponente edificio de la biblioteca pública en un solar donde no estaba permitido edificar. El equipo de Soria, saltándose a la torera la legislación vigente y en un acto de prepotencia notable, dio el visto bueno a una construcción totalmente ilegal. La ilegalidad, además, enfadó mucho a los vecinos que estaban en primera línea de mar, a los que quitó las vistas y el paisaje de la avenida y las aguas del Atlántico. A pesar de las advertencias de los abogados de los vecinos, el consistorio tiró para adelante sin mirar hacia atrás.

Así, desde hace varios años el ayuntamiento ha ido perdiendo uno a uno todos los pleitos en los que ha tenido que lidiar para legalizar la biblioteca, que en su momento costó mil millones de pesetas. Ahora, como antes pasó con el edificio de la macrocomisaría de la Avenida Marítima, los herederos de los errores monumentales de Soria y compañía quieren negociar a toda prisa con los vecinos. Con el edificio policial hubo al final un acuerdo de indemnización, pero con la biblioteca los vecinos no están por la labor de una negociación económica que repare los daños y perjuicios infligidos.

Los errores garrafales de los políticos, los técnicos o los funcionarios deberían ser costeados por ellos mismos. Lo fácil es pagar con dinero de todos los fallos de unos pocos. Y eso es lo que desgraciadamente pretenden los listillos de turno que nos quieren tomar a nosotros por tontos. Como decía Pla: ¿y ahora quién paga todo esto? Pues que lo paguen ellos, carajo.