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El Parque Viera y Clavijo, segunda parte de la encrucijada

Carlos Castañosa

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PARTE 2

Al hilo de lo relatado en la PARTE 1, e insistiendo en la inquietud popular suscitada por el contenido expuesto ante la Comisión de Control por el Concejal de Infraestructuras en el Ayuntamiento de Santa Cruz, sobre el lamentable presente e incierto futuro del Parque Cultural Viera y Clavijo, abundamos desde la Asociación en la percepción de que, a pesar de las esperanzas depositadas en el reciente cambio de color político en el Consistorio, nada ha cambiado; ni los collares nuevos ni las poltronas recién estrenadas para, en teoría, reparar los daños causados durante las dos legislaturas anteriores por la deplorable gestión municipal en una gran ciudad, otrora esplendorosa, y hoy decrépita, adormecida, sucia y abandonada al socaire de reiteradas falsas promesas electoralistas; con el “Viera y Clavijo” como paradigma y símbolo de todo lo demás. No en vano, el absurdo argumento declarado por el nuevo edil podía estar firmado por el alcalde anterior. Como así sucedió en las varias ocasiones que se sintió comprometido por la presión ciudadana, sobre el recalcitrante Viera y Clavijo, bajo la influencia reivindicativa de la Asociación.

Su reiterada táctica siempre fue la misma: llamativos titulares de prensa, plazos y fechas indefinidos para dar largas al asunto, cuantías económicas abstractas, una venta de humo que evidenciaba la ausencia total de voluntad política por atajar un grave atentado patrimonial. Al tiempo que intentaba, sin éxito, quitarse de delante la actividad desinteresada y la buena fe de quienes, exentos de compromisos ideológicos, sin vínculos con facción política alguna y “sin ánimo de lucro”, solo luchaban, luchan, por el amor a una patria chica que se desea grande en valores culturales, humanistas y humanitarios… y bien gestionada por personas honradas que quieran, puedan y sepan resolver los problemas con la valiosa aportación de una “participación ciudadana” capacitada para visualizarlos desde una perspectiva “a ras de suelo”, exenta de los intereses políticos que suelen ser ajenos a los derechos fundamentales del pueblo.

Sin medallas ni fotos innecesarias, con la satisfacción por los logros alcanzados sin más mérito que la perseverancia que da fuerza a la razón. Insuficientes resultados hasta ahora, pero con la convicción de que el objetivo final puede alcanzarse; siempre que el tiempo no se empeñe en hacerles el juego a los especuladores y se precipite un derrumbe antes de la rehabilitación definitiva.

Es necesario activar la conciencia colectiva ante la voluntad política de baja intensidad para asumir sus responsabilidades. Como pueblo soberano debemos ser conscientes de nuestro poder. No el fatuo despotismo que desde las poltronas suelen dedicarnos los representantes que nosotros hemos seleccionado en las urnas para que defiendan nuestros intereses y protejan los derechos de los ciudadanos normales. Contamos con los medios de comunicación. Al menos, con la mayoría de ellos; aquellos que no están comprometidos económicamente con alguna facción política.

Por propia experiencia, el periodismo moralmente ajustado al art. 20 de la Constitución, sobre el derecho y deber de respetar la libertad de información, salvo casos puntuales y excepcionales, ha sido básico a la hora de divulgar los ideales de nuestro movimiento humanístico y apoyar un predicado de difícil difusión.

Así sucedió con la primera maniobra reivindicativa de la Asociación que, tras ser presentada “en sociedad” (convocada por el Alcalde ante la noticia en prensa de su fundación e inscripción en el Registro), solo se interesó por el número de asociados en el nuevo grupo. No tomó ninguna nota del programa que se le ofreció. Dejó claro que el flagrante incumplimiento del Gobierno de Canarias por el convenio de cesión firmado cinco años antes por el usufructo del Viera y Clavijo, no le importaba en absoluto.

Como primer paso, se le solicitó la restauración de la escultura La femme bouteille de Joan Miró, instalada en los descuidados jardines del parque, desvencijada por el vandalismo callejero… “Que ya se vería…”. Ante su pasividad, se procedió a informar a la Fundación Joan Miró en Mallorca del estado de abandono y deterioro de una de sus obras señeras, mediante documentación gráfica e informe de la actitud oficial al respecto… Se montó el escándalo, con gran repercusión mediática en la prensa balear, sección cultural del Última Hora en un reportaje demoledor, fotografías incluidas. Lo siguiente fue el traslado a la prensa canaria de las páginas del diario mallorquín de mayor tirada. El efecto fue fulminante. Al día siguiente se retiró la escultura, se restauró como debía y en breve se instaló en el paseo de Asuncionistas para protegerla de los vándalos. Por lo visto fue una ceremonia de inauguración preciosa, con todas las autoridades en primera fila, fotos por doquier y triunfalismo oficial, discursos y la parafernalia circense habitual. Los periodistas que habían llevado el caso aquí, preguntaron por la no presencia de la Asociación como artífice principal… No había sido invitada… Pero no importó, ni tampoco interesaba compartir honores de tan baja estofa.

Lo verdaderamente exitoso fue que el episodio dio la pista definitiva sobre las pautas a seguir en las siguientes reclamaciones. Así se consiguió, con el apoyo mediático de por medio, la restauración de otras obras de arte abandonadas: El devorador de pájaros de Christian Salvain; el busto de bronce degollado del propio Viera y Clavijo en la plazoleta de los cipreses (esta grotesca secuencia merece apartado especial en un siguiente capítulo); o la imagen del maestro Tarridas pintarrajeada y maltrecha. Se logró que la tapia circundante se limpiase de pintadas barriobajeras, y que se eliminaran los inadecuados grafitis que jalonaban la Avda. de San Sebastián hasta el mismísimo Hotel Escuela. Algunas reclamaciones han necesitado demasiado tesón y perseverancia. P.ej.: la retirada de las vallas publicitarias ilegales en la fachada principal que da a la Pza. República Dominicana. Fueron ocho años de denuncias, incluida la vía judicial, por incumplimiento de la Ley de Patrimonio y de la propia Ordenanza Municipal de Paisaje Urbano que prohíben taxativamente la invasión de publicidad en espacio BIC. Al final, también se obligó a su retirada. Lo que indica el buen camino emprendido por esta Asociación, con firmeza y perseverancia.

En el tercer capítulo abordaremos las baldías triquiñuelas de los poderes institucionales en su afán por escurrir el bulto... Ilustrativo y desolador.

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