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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González
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Políticos buenos, políticos malos

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He leído con suma atención el artículo de mi admirado Antonio González Viéitez “¿Y por qué no un banco bueno?”, y he llegado a un par de conclusiones, que el banco malo es incluso perjudicial para la salud, porque contiene tal cantidad de ladrillos, de cal y arena, que no es aconsejable entrar en ellos a los asmáticos, y diría que tampoco a las personas mayores, como es mi caso. Los activos tóxicos es una expresión modernista de la economía globalizada, pero hay un diferente tratamiento para los banqueros y el pueblo, un banco norteamericano manda activos tóxicos a un banco europeo, y lo hace por ordenador, y las subprime o hipotecas basura no se notan tanto cómo cuando un banco ordena un ejecutivo para desahuciar a un pobre que no ha podido hacer frente a los pagos de la hipoteca porque está en el paro y no cobra un euro desde hace meses.

Cuando la quiebra del banco norteamericano Lehman Brothers, Luis de Guindos, actual Ministro de Economía del Gobierno de Rajoy, recibía transferencias por ordenador, y se inflaban el polvo y los ladrillos en los sótanos de los bancos de la Vieja Europa, y luego los ejecutivos a su vez vendían también por ordenador a otros bancos las subprime y se volvían a inflar los sótanos de otros bancos de ladrillos, cal, arena, y mucho cemento, que hacía irrespirable la permanencia en los citados bancos. Hasta que estalló la burbuja, y luego Luis de Guindos se quedó sin empleo, y fue nombrado ministro de Economía del Gobierno de España. Y dos ladrillos.

Con respecto a las Cajas de Ahorro, que podían haber sido el Banco Bueno para todos los españoles de a pie, y potenciar su obra social, activar sus créditos para la pequeña y mediana empresa, direles en lenguaje futbolero, que para la descripción técnico/científico está mi amigo Antonio González Viéitez, que a las Cajas de Ahorro las asaltaron los políticos con la exclamación del legendario delantero “Pichichi”, “a mí que los arrollo!”, y con argumentos tan falaces como que habían muchas Cajas y eso era poco eficiente, cuando lo que había que conseguir es que fueran cajas buenas y que trabajasen pensando más en el pueblo, en los pequeños empresarios, en los desfavorecidos, en los que no recibían ningún sobre de partido político alguno.

Como no quiero meterme en excesivos tecnicismos que ahora lo mejor es divertirnos un poco en el entierro de la sardina, les vuelvo a remitir a González Viéitez en su artículo en este periódico, que es el suyo amable lector. Pero lo que parece claro de entender es que la Obra Social de las Cajas de Ahorro eran un insulto y hasta un freno para los socioliberales del PP y del PSOE, y todo lo demás que hacían las cajas con cabreo de la banca privada, incluido la fluidez de los créditos asequibles.

Al llegar a este punto, entro en disquisiciones sobre el actual grado de corrupción de España, y le comento a un amigo que voy a escribir sobre los últimos escándalos, y me corta de raíz.“Chacho, pero si lo que escribes ahora, ya mañana no vale, que digo mañana, igual a la tarde, un escándalo tapa a otro escándalo. Después de las declaraciones del socio de Urdangarin, Diego Torres, vienen las del 23 de febrero de Iñaki Urdangarin, y luego ya veremos, mira en marzo llegaran los idus de Rajoy, pero dirá que son idus de contabilidad ”B“, y aquí paz y en el cielo sobres”.

Se me quitaron las ganas de ahondar en la corrupción, al menos hasta que entierren a la sardina. Lo que está claro es que, aparte de la necesidad de un banco bueno, también hacen falta políticos buenos. Y buenas personas.

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