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Realidad parlamentaria, realidad virtual...

José Carlos Gil Marín / José Carlos Gil Marín

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Porque una cosa es la realidad real canaria, y otra la realidad virtual parlamentaria autonómica, que desde el polémico expediente de la ilegal expropiación de su ampliación, condenada por sentencia firme a ser indemnizados los perjudicados por la misma a costa de los dineros de todos los ciudadanos archipelágicos, y mucho antes, desde la implementación de un sistema electoral que deja fuera del Parlamento a casi el 20% de los votos de los ciudadanos isleños, vive en una dimensión atemporal dificilísima de aprehender y de entender, si es que es en sí misma coherente su articulación, que a veces parece no serlo? La realidad real canaria va, sin embargo, por otros derroteros? Más de 260.000 canarios en edad y con voluntad de trabajar siguen inscritos en las listas del ICFEM, en las listas del execrable paro. Más de mil docentes dejarán de serlo en este nuevo curso que ahora está empezando, un curso que en su inicio también ha visto el cierre en más de una isla de colegios públicos de primaria y secundaria? La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que haya al menos 8 camas hospitalarias por cada mil habitantes. En Canarias, a pesar de las “megaobras” que se vienen realizando en Tenerife y Gran Canaria, las camas sanitarias públicas no llegan ni a 3 camas hospitalarias por cada mil habitantes, muy lejos de lo recomendable, apuntando el déficit estructural existente en el sistema sanitario público canario. Y en Cho Vito o en las costas canarias y sus sebadales pasa lo que pasa.

En la vida política real, también la realidad va por otro lado distinto al de la política parlamentaria formal. Mientras Santiago Pérez sigue en el PSOE canario intentado conseguir sus avales para unas primarias que servirían para cumplir el mandato constitucional que exige el funcionamiento interno democrático de los partidos políticos, e intentando cambiar un sistema electoral autonómico injusto, los partidos del pacto autonómico CC-PP se echan los trastos políticos a la cabeza decisoria del otro para que las culpas de los recortes impuestos sean del uno. Ya lo decimos, el Parlamento va por un lado, y la realidad por otra. Y en una democracia representativa no debería ser así.

El Parlamento es la pieza central del sistema representativo y su apertura a las nuevas capas sociales es clave en la transición del liberalismo formalista y decimonónico a la democracia liberal realmente implementada. Su papel en uno y otra ha sido examinado y analizado en numerosas ocasiones y desde perspectivas muy diferentes. Tan sólo recientemente se ha empezado a discutir el papel que desempeñan los parlamentos en los procesos de consolidación de las nuevas democracias y sus consecuencias para la fase posterior.

Estas consideraciones tienen como trasfondo la reciente experiencia vivida democráticamente en las islas desde la primera legislatura archipelágica? En especial, la mayor o menor disfuncionalidad del Parlamento en los procesos de su transición y consolidación autonómica, que se movió en un terreno que algunos consideraron excesivamente especulativo y abstracto por entender que la naturaleza de las relaciones entre el ejecutivo de turno y el legislativo no dependió tanto de los arreglos institucionales como de las características del sistema de partidos que les dio vida. Recordemos las diatribas internas de aquel “Pacto de progreso” que acabó generando por su entropía el actual priismo nacionalista-insularista. En cualquier caso, el papel parlamentario durante la transición y sobre todo en la etapa de consolidación, a pesar de lo apuntado, creemos que trascendió con mucho el ámbito de sus relaciones con el gobierno de turno y es, por tanto, en buena medida, independiente de esa variable formal. Un Parlamento que, pese a superar esa dependencia, sigue viviendo en una especie de “realidad virtual diferenciada”. Y ahora que estamos en la etapa del desarrollo autonómico, no debería ser así: el Parlamento es clave en su engranaje competencial. Porque los defectos del Estado descentralizado no están en tener las autonomías más o menos competencias, sino en que éstas se ejerzan desde leyes efectivas que regulen la sociedad lo más justa y eficazmente posible, desde gobiernos autonómicos eficaces; y más en tiempos de crisis como los que estamos. Y el Parlamento canario debería saberlo. Porque la democracia se construye desde el día a día. Y entre todos, desde el ejemplo, es desde el lugar en el que debe cuidarse, defenderse y ejercitarse. También en el Parlamento. Y en el Gobierno canario que nos demos en 2011.

José Carlos Gil Marín

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