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Santa Cruz: sueño, depresión y pesadilla
Poco importan, digo, esas menudencias. Ni que la extensa y documentada querella de la fiscal Farnés, admitida ya a trámite por el TSJC, plantee la existencia de una auténtica maquinación para multimillonario beneficio de unos pocos; y tan pocos. Si nadie lo remedia, Miguel Zerolo será nuevamente aspirante a la Alcaldía de Santa Cruz de Tenerife. Y partirá, de forma inevitable, desde la pole position, con la ventaja añadida de competir en un circuito electoral donde la elevada abstención ha venido siendo un factor más que determinante en el resultado final de la carrera y en las mayorías absolutas de CC. Si el actual alcalde de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife se va a presentar a la reelección de la reelección tras un proceder que, con lo del presunto pelotazo de las presuntas Teresitas, aparece presuntamente cuestionado, la verdad es que no le siguen a la zaga algunos de los candidatos a sustituirle en el cargo.Por ejemplo, Ángel Llanos, cabeza de lista del PP para las elecciones del 27 de mayo, salta al terrero preelectoral con ideas tan brillantes y originales como la de instalar en la entrada de la ciudad, en la misma plaza de España, una réplica de la soriana bandera grancanaria, esta vez con los colores de la enseña de Tenerife y, eso sí, un metro más alta y con más centímetros cuadrados de trapo. Su otra gran propuesta, la de acabar con la prostitución callejera eliminando las páginas de contacto sexual de los periódicos, no se queda atrás. Emulo simplón de Ana Botella en su cruzada contra las prostitutas, Llanos se queda en botellín, o más chicharreramente, en quinto. No anda sobrado de neuronas este chico. Que procure administrarlas de aquí a final de mayo. Un candidato, el popular Llanos, como para agarrarse una depresión de caballo.Por su parte, el centrista Nacho González, aspirante por el tercio familiar -aunque algunos observadores estiman que es por el tercio del sindicato-, califica en su publicidad a la capital tinerfeña de Bella Durmiente, interrogándose hasta cuándo seguirá siéndolo, ¡qué buena pregunta Manel!, que dirían los reporteros de Caiga Quien Caiga. Lo que nos retrotrae al argumento de uno de los más clásicos cuentos infantiles. Suponemos, es un suponer, que él será el príncipe azul encargado de despertarla, deshaciendo el hechizo con un beso, y Zerolo el hada malvada que, utilizando todas sus malas artes, la dejó profundamente dormida durante años. Pero la trama (la del cuento, aclaro) se ha visto completamente alterada con el enorme lío en que andan ahora juntos y revueltos el padre del príncipe (hablando con propiedad cuentista, el rey), el empresario Ignacio González Martín, y la malvada hada-alcalde, por la operación de trueque de unos terrenitos de nada en un talud cercano a palacio. Lo que ha convertido a ambos en querellados por la fiscal Farnés; por prevaricación, el hada malvada, y malversación de caudales públicos, ambos, hada Zerolo y rey González-padre. Son detalles que pasaron inadvertidos para Charles Perrault y para los Hermanos Grimm en versiones anteriores del clásico. Y es que todo resulta, por desgracia, manifiestamente empeorable. Lo lamento de verdad por los ciudadanos y las ciudadanas de la capital tinerfeña y cocapital de Canarias. Porque con semejantes aspirantes al santacrucero trono, la Bella está condenada a malvivir entre el profundo sueño, la depresión más profunda y la más terrorífica de las pesadillas. Un cuento, el de los alcaldables, realmente espeluznante. Enrique Bethencourt
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