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Turismo canario, cuatro bodas y un funeral
El título, además de ser el de una divertida película inglesa del año 94 protagonizada por Hugh Grant, es también el del último libro de David Taguas que fue Jefe de la Oficina Económica de La Moncloa durante dos años, después de que Zapatero lo sacara de la Oficina de Estudios del BBVA de la que Taguas era Director.
En el libro, Taguas intenta responder a la pregunta de por qué la crisis está siendo tan duradera e intensa en la economía española. La tesis que sostiene es que la intensidad de la crisis está relacionada con las 'cuatro bodas' que la sociedad española ha tenido en las últimas décadas: el apego al gasto público, la equivocación entre potenciar consumo o ahorro, el mantenimiento del poder adquisitivo y la excesiva dependencia del crédito.
El funeral no es otro que la elevada deuda pública y el “inaceptable” nivel de desempleo.
Parafraseando pues, tanto al título de la película, como al del último libro de Taguas, yo encuentro similitudes cuando me pregunto el porqué de la situación de estancamiento de nuestra industria turística, sobre todo en la isla de Gran Canaria, si bien es verdad que la crisis del Mediterráneo amortigua bastante nuestra situación, nosotros también tenemos nuestras cuatro bodas y nuestro funeral.
La primera boda es la maraña fiscal con la que han casado al turismo, seguro que a la fuerza, pero que ahí sigue. La segunda el erróneo modelo basado cada día más en la oferta interior de los hoteles, (ahora incluso algunos quieren que todos tengan casino), mediante el todo incluido sin control de ningún tipo, en vez de basarla en las maravillas de las islas, su gastronomía su folklore, su oferta de ocio y sus encantadores paisajes. La tercera habernos casado en su día, con una infraestructura alojativa que con el tiempo se ha declarado desfasada, y la última boda, en forma de nueva ley, que no nos permite dotarnos de las infraestructuras alojativas que nuestros clientes nos demandan, por ejemplo hoteles de cuatro estrellas.
El funeral, aparte de los años que nos quedan de penuria si no enderezamos el timón a tiempo, se lo quiero dedicar al insigne Faro de Maspalomas y su entorno recientemente reconstruido en cafetería. La pregunta que yo me hago, y seguro que muchos se hacen también, es la siguiente; ¿Qué necesidad había de que la Autoridad Portuaria de Las Palmas tomara semejante iniciativa?
¿Serán los trescientos mil euros de canon que tienen que pagar los adjudicatarios del concurso? No lo creo puesto que dicho organismo mueve cientos de millones. Es solamente eso, algo que nadie desea, un funeral.
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