Silencio, que sólo se escuche el sereno transcurrir del agua por las cañerías. Silencio, que no se remuevan los depósitos en cuyo fondo se acumula siempre ese poco de fango que todo lo enturbia cuando se producen perturbaciones. Esa es la prudente actitud que ha adoptado la presidenta del PP de Tenerife ante los episodios vividos (y por vivir de manera inminente) en la empresa Emmasa, responsable del servicio integral del agua de Santa Cruz de Tenerife. Cristina Tavío pone cara de no saber, de no querer saber nada que pueda enturbiar el tanque hasta ahora con apariencia cristalina, porque la primera llamada que recibiría en su teléfono móvil sería la del famoso senador Tomás Burgos, el hombre que representa los intereses del PP en Canarias, el que fue sorprendido pasándose unas vacaciones a todo trapo pagadas con dinero público del Patronato del Cabildo de Fuerteventura. Burgos es, además, el principal valedor del consejero delegado de Emmasa, Pablo Abril Martorell, hoy puesto en entredicho por las autoridades municipales de Santa Cruz por una gestión cuanto menos discutible. Abril y Burgos, compañeros de cacería, defensores de las esencias del PP en los negocios del agua, aquí o allá. Vienen tiempos gloriosos para uno, no necesariamente iguales para el otro.