El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Pues no, Ani (coplillas latinoamericanas)
“Pues no”. Con esa peculiar fórmula, como quien decide echarse atrás después de un breve regateo con el dependiente del bazar indio, la diputada Ana Oramas rechazó la moción de censura promovida por Unidos Podemos contra Mariano Rajoy. Ay, pues mira que no. Una fórmula que, de haber sido utilizada por alguien del partido censurante habría encolerizado no solo a la diputada de Coalición Canaria, sino probablemente a la salvaje bancada del Partido Popular que esta semana ha vuelto a demostrar que esto del decoro y las buenas costumbres parlamentarias a ellos les son mucho más ajenas que al resto de la Cámara.
Ana Oramas jamás votará algo que tenga que ver con Podemos, y da igual que lo que proponga sea hacer presidente a Pablo Iglesias o ponerle una calle al benemérito cuerpo de la Guardia Civil en Benidorm. Lo vienen diciendo la diputada y Coalición Canaria desde que el partido morado irrumpió en las Cortes en diciembre de 2015, y lo seguirá diciendo por los siglos de los siglos a no ser que, en una de esos requiebros de la política, pueda convenirle su voto o, quién sabe, gobernar con tan denostado partido.
Todo lo que tenga que ver con Podemos le provoca arcadas. Por eso a Ana Oramas le pareció un derroche económico que se celebrara este pleno de la moción de censura contra Mariano Rajoy. Si ya todas las fuerzas políticas tenían el sentido de su voto decidido, para qué fingir que vivimos en una monarquía parlamentaria, se habrá dicho ella en una de sus profundas reflexiones. Quizás por eso ni siquiera se interesó por la exposición inicial que hizo la diputada proponente, Irene Montero, durante cuya intervención del martes fue fotografiada en la cafetería del Congreso metiéndole energía a su organismo.
A Ana Oramas le parece un derroche lo que es tan solo una práctica parlamentaria, un ejercicio democrático que quizás debiera repetirse más veces para que tantos asuntos que pasan desapercibidos para la opinión pública tengan reflejo en los medios de comunicación inquietos ante tan magno acontecimiento. Resulta saludable, por ejemplo, que las Cortes aborden con la solemnidad debida los problemas de corrupción y de asalto a las instituciones que viene protagonizando cada vez con más frecuencia el partido a la que la señora Oramas dio su voto en noviembre pasado. Un problema, el de la corrupción, que afecta al día a día de los ciudadanos y que sí nos cuesta a todos un ojo de la cara y la yema del otro. Como el caso de Las Teresitas, en el que su partido de ella, Coalición Canaria, se vio metido hasta las trancas y que se acaba de resolver con una primera sentencia condenatoria que manda a la cárcel por siete años a Miguel Zerolo, el exalcalde de Santa Cruz de Tenerife y exsenador por la Comunidad Autónoma que tantas veces defendió esta diputada tan celosa del dinero de los contribuyentes. Hasta ahora no se le ha oído decir nada de los 52 millones de euros birlados al Ayuntamiento de Santa Cruz en aquella operación tan obscena. 52 millones, por cierto, que siguen sin aparecer.
Como tampoco constan en la hemeroteca explicaciones convincentes acerca de los 70 millones de euros de deuda que dejó la señora Oramas tras su paso por la alcaldía de la ciudad de La Laguna cuando decidió convertir en inversiones electoralistas partidas destinadas a los gastos corrientes y estos, cómo no, en deuda rescatada por Montoro. El resultado es que ese Ayuntamiento ha sido intervenido por el Ministerio de Hacienda, pero cuando eso ocurrió la señora Oramas ya estaba lejos de allí, gozando de los derroches del Congreso de los Diputados.
Ana Oramas acribilló a Pablo Iglesias con una retahíla de improperios propios del manual anti-Podemos de la caverna mediática y política de la Villa y Corte. No se dejó atrás ni siquiera la referencia a Venezuela, país que dijo conocer como la palma de la mano y cuyo recuerdo le arrancó incluso un hipido de emoción al rememorar lo mal que lo están pasando allí los canarios y descendientes de canarios por culpa de gente como el líder de Podemos, a quien responsabilizó directamente de las calamidades políticas, económicas y sociales que sufre aquel país.
Ay, Venezuela, cuántos recuerdos maravillosos evoca la octava isla (novena si incluimos a La Graciosa) para las almas sensibles de Coalición Canaria. En la comunidad isleña de allá buenos millones de euros que hay enterrados de dinero público canario destinado a comprar voluntades cada vez que se acerca una cita electoral. Cuánto fervor patriótico derrocharon Ana Oramas y sus compañeros del equipo de campaña de Fernando Clavijo para que aquella media docena de votos de los representantes de CC en Venezuela se virara en el último momento a favor de la candidatura del actual presidente del Gobierno en su pugna con su antecesor en aquella especie de primarias nacionalistas, chim-pum.
Qué evocador es escuchar la palabra derroche en boca de algún dirigente de Coalición Canaria. Qué emotivas sus referencias a Venezuela.
Y qué sonoridad imprimió la señora diputada introduciendo en su discurso los versos de una canción popularizada por La Lupe, portentosa cantante criada entre la dictadura y la revolución cubanas. Una coplilla, Puro Teatro, que también es de aplicación a lo que ella misma escenificó contra Pablo Iglesias:
Tu drama no es necesario
Ya conozco ese teatro
Y entiendo que bien te queda el papel
Después de todo parece que ésa es tu forma de ser
Teatro, lo tuyo es puro teatro
Falsedad bien ensayada
Estudiado simulacro
Por fortuna evitó a sus señorías referencias a otras piezas decisivas de la música popular latinoamericana, como Rata de dos patas, de Paquita la del Barrio, una desbordante intérprete mexicana que levanta pasiones por donde va, de manera especial -probablemente- entre las mujeres que se puedan sentir víctimas de hombres que las prefieren sumisas, como dice la diputada tinerfeña que las prefiere Pablo Iglesias, conclusión a la que debe haber llegado gracias a los análisis psicológicos y sexológicos a los que fue sometido por los tertulianos de la derecha el líder de Podemos cuando se publicó un mensaje privado suyo en el que se refería a la presentadora Mariló Montero.
Maldita sanguijuela
Maldita cucaracha
Que infectas donde picas
Que hieres y que matas
Alimaña, culebra ponzoñosa
Desecho de la vida
Te odio y te desprecio
Rata de dos patas
Te estoy hablando a ti
Porque un bicho rastrero
Aun siendo el más maldito
Comparado contigo
Se queda muy chiquito.
Conocedora profunda como es de Venezuela y su sentir popular, Ana Oramas podía haber sacado a colación metida en las procelosas aguas del machismo algunas de las canciones más celebradas del portorriqueño Lalo Rodríguez, autor de piezas tan inolvidables como Ven devórame otra vez, que se sale del todo en esta Voy a escarbar tu cuerpo:
Voy a escarbar tu cuerpo
Voy a entonar su canto
Hacerte mi alimento
Y probar tus encantos
Voy a escarbar tu cuerpo
Voy a ser tu experiencia
Perdona si en el lecho
Te hiero la inocencia
Llegado este álgido y desbordante momento lírico, Pablo Iglesias podía haber recogido el guante y contestar a la diputada nacionalista canaria con alguna de las creaciones más celebradas de la orquesta venezolana Un solo pueblo, un nombre que casualmente coincide con uno de los más utilizados eslóganes electorales de Coalición Canaria. Vendría como anillo al dedo esa canción que esta histórica banda tituló Marcha de los pendejos emblema de aquella manifestación de 1989 contra la corrupción del Estado venezolano. Uno de los escritores más universales del país, Arturo Uslar Pietri, dejó para la posteridad, ante la degradación que sufrían las instituciones, la división de la población venezolana entre “corruptos y pendejos”.
El asunto no ha perdido actualidad, ni allá ni aquí, como tampoco la letra de la Marcha de los pendejos:
Vamos hombres y mujeres
cantando con fuerza y gusto
las consignas de hambre y susto
que nos dejó ratón Pérez [el dictador Pérez Jiménez]
En este bello país
ser corrupto es una nota
y los pendejos bien lejos
prendidos por él gritamos
“Por el camino que vamos
seguimos siendo pendejos,
por el camino que vamos
seguimos siendo pendejos“
Somos pendejos mayores
sin empresas extranjeras
mundos de urnas lechera,
ni vaquillas ni tractores.
Lo que hemos acumulado
en años de peladera
una eterna calentera
que no la brinca un venado
Digan corruptos, verales,
sobornadores sin fuente
Quién les dio como presente
Dólares preferenciales
Gallináceos del mercado,
la cárcel los busca urgente
por hacer lucro insolente
con la muna del Estado,
y ellos frescos hacen barra
como el humo del café
que todo el mundo los ve
pero nadie los agarra.
Seguimos siendo pendejos porque, ya se sabe, perder el tiempo con una moción de censura para restregarle al ratón Pérez la degradación en la que ha sumido al país es puro teatro. Y tú, una rata ponzoñosa.
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