Atrapados en el tiempo

Casimiro Curbelo (ASG), este miércoles en la tribuna de oradores explicando su apoyo a Fernando Clavijo.

Carlos Sosa

12 de julio de 2023 20:07 h

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¿Se pueden hacer distintas cosas para acabar consiguiendo lo mismo? ¿Se puede desde la tribuna de oradores de un Parlamento decir que Canarias necesita más financiación y a su vez que hay que bajar los impuestos? ¿Se puede tender la mano a la oposición y a la vez decirle que su líder se cree un dios? ¿Se puede creer a estas alturas que una combinación de Coalición Canaria, el Partido Popular, la Agrupación Socialista Gomera y la Agrupación Herreña Independiente puede generar una fórmula mágica que acabe con los problemas estructurales del Archipiélago (paro, pobreza, marginación, desigualdad…)?

El aspirante a presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, que este miércoles logró el respaldo del Parlamento regional, eligió la película Atrapado en el tiempo (que en Latinoamérica se llamó El Día de la Marmota) para tratar de animar a la ciudadanía sobre esa fórmula ya patentada que lo coloca de nuevo a él al frente del equipo que ha de resolver los mismos problemas que él mismo trató de resolver sin éxito hace ocho años. 

Dice que se puede conseguir, pero aplicando fórmulas diferentes. “No somos prisioneros de una cárcel de espuma”, declamó invocando al poeta, “ni estamos atrapados en el tiempo” como “si padeciéramos una enfermedad crónica”. “Hay que acabar con la resignación y el conformismo”. Pareciera como si tratara de convencer al respetable de que él ya no es el de antes ni su partido tampoco. Que esa apariencia de que volvemos atrás pudiera superarse sencillamente recordando a Bill Murray en El Día de la Marmota, haciendo en cada jornada algo diferente a la anterior.

Lo malo es que ni a lo largo de estos dos días de pleno de investidura ni tras la lectura del atolondrado acuerdo de gobierno firmado con sus socios quedan muy claras cuáles van a ser esas fórmulas mágicas. Salvo bajar impuestos mejorando a la vez los servicios públicos, la cuadratura del círculo, como se encargó también este miércoles de demostrar el líder de la Agrupación Socialista Gomera, Casimiro Curbelo, que a mitad de su discurso reclamaba una mejor financiación de Canarias y de su isla por los costes de la insularidad y al finalizar anunciaba que el Gobierno que ya está apoyando va a bajar los impuestos “cuando se pueda”.

Clavijo tampoco aclaró mucho en qué va a consistir el giro que va a imponer a su Día de la Marmota. Ya se notaron en los pasillos del Parlamento (incluso en el despacho habilitado para el presidente del Gobierno) algunos síntomas de que la cosa no tiene visos de querer cambiar excesivamente. Por allí se pudo ver al veterano Ceferino Marrero, quien fuera su secretario general de la Presidencia con el presidente en 2015 a 2019, o a exconcejales de La Laguna tan polémicos como nocivos, como el tránsfuga de Ciudadanos Alfredo Gómez, y el expulsado del PSOE Javier Abreu.

A Manuel Domínguez, el líder del Partido Popular, que se convierte ahora en el socio de más peso del clavijato, le toca intentar convertir la sarta interminable de tópicos y desatinos que lanzó en su discurso en medidas posibles y efectivas. 

Harían bien sus asesoras en recomendarle que se aparte todo lo que pueda del tufo a Vox que desprende su discurso, y no solo porque huya como de la peste del lenguaje inclusivo hasta límites esperpénticos, sino por el empleo conceptos tan ultras como alejados a la realidad como que en Canarias hay personas que reciben “cheques para todo”, en referencia a las ayudas de carácter social en las que no parece creer mucho porque, en otra pirueta impropia de un centrista inteligente, cree que la pobreza y la desigualdad solo se puede combatir creando empleo. El pleno empleo, otra vez el mismo guineo, otra vez el brindis al sol.

Domínguez es el que tiene la tarea más difícil de todos ellos, no solo por ser el más inexperto en este nivel de poder, sino por tener a un socio malamañado que controla muy bien los entresijos de la comunidad autónoma, que se entenderá mejor con sus jefes de Madrid que con él mismo y que le terminará haciendo una pirula. Sobre todo si se diera la carambola de que el voto que pueda obtener CC en el Congreso de los Diputados fuera necesario para hacer a Feijóo presidente. Sí, con el concurso de Vox, que eso a Clavijo, llegado el momento, no le va a importar lo más mínimo. En nombre de Canarias, claro. Atrapados en el tiempo.

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