Ni siquiera en los cuarteles de mando del PP tinerfeño otorgan posibilidades de éxito a Cristina Tavío en su empeño por convertirse en presidenta regional del partido. Admiran su pundonor, su capacidad de trabajo y algunos de sus más que admirables éxitos, pero pocos la quieren apoyar para que sea ella quien sustituya a José Manuel Soria tras el congreso regional que habría de celebrarse cinco o seis meses después de las Generales. Nadie más en Tenerife ha enseñado de momento la patita, y cuando les preguntas mirándoles fijamente a los ojos te contestan que ellos sólo ven con posibilidades a José Miguel Bravo de Laguna o a Juan José Cardona. “¿Pero otra vez un presidente de Las Palmas?”, les preguntamos así, como quien no quiere la cosa. A lo que, sin inmutarse apenas te contestan que “los estatutos no obligan a alternancia provincial”. Una salida airosa que bien pudiera estar espantando al periodista para que no levante la liebre en la provincia occidental y sí lo haga en la oriental, donde está confirmado el interés de Cardona y Bravo por optar a dirigir el partido. Ninguno de los dos soporta a Soria y ambos confiesan en la intimidad de cualquier conversación con cualquier interlocutor que la marcha del que ha sido líder de la cosa desde el 99 sólo puede producir efectos positivos. Pero mantienen la férrea lealtad al jefe, se cuadran ante él cuando lo ven, asumen marcialmente sus más disparatadas órdenes cuarteleras y pregonan apasionadamente las cualidades que adornan a tan insigne autoridad. Luego, en la particular privacidad y recogimiento de cada cual en sus aposentos, rezan para que la mano sabia de Rajoy lo retenga todo lo que pueda en Madrid. Para siempre, a ser posible.