Si fuera cierto que la señora de Soria acudía cada mes al domicilio de los Esquível a hacer efectiva la renta del alquiler, nos encontramos con una situación doblemente llamativa. De un lado, no parece muy convincente el argumento de que tuviera que ser Javier Esquível quien ingresara, en diciembre de 2005, en la cuenta de Atlantic Building, los 32.000 euros que debían los Soria al estallar el escándalo. Pero mucho peor es decir que se había olvidado de ingresarlos porque se lo pagaban en efectivo. Porque, de ser cierto, los Soria han de explicar la procedencia de ese efectivo: ¿lo sacaban cada día 5 del cajero automático para llevárselo a los Esquível? ¿Lo tenían en una caja de zapatos debajo de la cama? ¿O usan todavía para ahorrar el arcaico y poco glamouroso método del calcetín? Ya más en serio, ¿por qué no un talón o una orden fija de transferencia? Este calcetín apesta.