Los sindicatos policiales, especialmente el SUP, ya están poniendo el grito en el cielo ante la calidad profesional y humana de algunos de los elegidos por el PP para protagonizar esta nueva etapa en el Cuerpo Nacional de Policía. Antonio Jarabo, por ejemplo, del que ahora se cantan sus excelencias, asciende por su íntima amistad con el DAO, con quien fue compañero en la UIP de Madrid y en el departamento de Asuntos Externos, el mismo que hace muy poco expedientó al nuevo jefe de la Policía en Baleares por manipular las estadísticas de delitos en Maspalomas para hacerlas descender de manera tan espectacular que llamó la atención de los superiores. Aquel expediente pasó de falta grave a falta leve, lo que permitió su archivo por prescripción, pero quedó probado que delitos como tirones y robos pasaban milagrosamente a faltas sin infracción o que decenas de causas sin esclarecer se esclarecían milagrosamente con la detención de un solo sospechoso sin intermediación de resolución judicial alguna. De aquella época en que Jarabo y Pino compartieron investigaciones de asuntos internos fue un famoso asunto en Sevilla que quedó sin la imputación de ningún policía pero con todo convenientemente publicado en Cambio 16, donde trabajaba una periodista allegada al nuevo jefe policial de Baleares. La última hazaña de Jarabo que se comenta en la Supercomisaría fue una aparatosa metedura de pata que puso en peligro una importante operación de la UDYCO en Sardina de Gáldar. Su esposa, la comisaria Sagrario de León, actuando accidentalmente de UCOT (número dos de la jefatura regional), le autorizó a actuar con agentes de Maspalomas sin consultar antes con la brigada responsable. No hubo expediente.