Cree don Pepito que criticar sus delirantes editoriales pro-independentistas (con la venia de los independentistas serios, que los hay) es elogiar a Paulino Rivero, al que constantemente acusa de cobarde por no plantar sus “clorocos” (sic) y reclamar la conformación de la I República Independiente de Canarias. Es tan simple el binomio que hasta los que no estudiaron matemáticas en su puñetera vida saben que eso acaba en conjunto vacío, y perdón por la trasmutación forzada. Los editoriales del dueño de El Día continúan por la misma senda del despropósito, lo que no constituiría novedad alguna si no fuera porque, de improviso, se ha encontrado con un entusiasta compañero de venturas y desventuras. Y no hablamos de un compañero irreal, anarco-independentista, soberanista o partidario de nuestra anexión al Reino de Marruecos (posibilidad esta constantemente esgrimida por el dicharachero editorialista). No. A don Pepito le ha salido un compañero de viaje muy chiripitifláitico que se llama Partido Popular, que quiere que Paulino Rivero textualmente “se mande a mudar”. Son los mismos términos en las formas y en el fondo que defiende un día sí y el otro también el dueño de El Día, lo que evidentemente a él le provoca una indisimulable satisfacción. Sí, a don Pepito le satisface enormemente coincidir con el PP, porque realmente él es un hombre centralista, de derechas y profundamente defensor del más brutal recorte de derechos y libertades incluido, si se terciara, el derecho de autodeterminación de los pueblos.