Las casualidades en política son escasas, y si por los alrededores anda José Manuel Soria, redúzcanlas directamente a cero. El ministro de Industria, Energía y Turismo se constituyó este lunes en La Palma para escenificar un acto que ya estaba programado de antemano, de eso no tenemos duda, pero que coincide casi chinche por chinche con la tan anunciada ruptura en el Cabildo de la isla entre Coalición Canaria, que tiene la presidencia, y el PSOE, cuyos consejeros han sido convenientemente destituidos en el ecuador del mandato por el pacto que su partido hizo con el PP en nueve de los catorce ayuntamientos de la isla, allá por 2011 de esta era. Soria se ha presentado con un paquete de medidas que, según dijo, suman 2,4 millones de euros con los que “revitalizar” la economía palmera “de la mano de las instituciones, principalmente su Cabildo, con su presidenta al frente” (anda, zalamero). Cantidad esta que ya verán de qué modo y manera se ejecuta porque, según explicó ese cacho de ministro que tenemos, se detraen de diversos créditos presupuestarios hasta conformar un suculento bocado que predicar en islas tan ansiosas de maná estatal. Porque, que alcancemos a recordar, sólo La Palma y El Hierro, donde casualmente abundan gobiernos socialistas participados por el PP, han sido objeto de estas generosidades ministeriales. Gran Canaria ha de conformarse de momento con algunas tarascadas sorianas contra el Gobierno de CC, y no con un plan específico de algo que pueda dar un poco de oxígeno al cada vez más preocupado José Miguel Bravo de Laguna, presidente del Cabildo por el tercio forzado del PP. Les invitamos, no obstante, a que revisen en qué se descomponen los 2,4 millones de euros porque pronto adivinarán que, aparte de los 500.000 que habrán de cumplirse en materia de promoción turística de La Palma, el resto depende de que se rasquen el bolsillo las instituciones locales, lo que convierte el empeño directamente en hazaña.