Está comprobado, por las encuestas y por los resultados electorales mismamente, que el asunto de la guerra de Irak y su actual ocupación no inmutó mucho al votante español del PP. Impasible el ademán, el seguidor de Ansar from Spain y de Mariano Rajoy ahora, es capaz de soportar eso y más que le echen. Pero los estrategas de campaña no quieren seguir jugándosela con el asunto guerrillero, así que para evitar cachondeos han hecho algunas modificaciones en los carteles de la candidata al Senado por Gran Canaria Carmen Guerra. En lugar de aplicar el criterio general, el de destacar el apellido del candidato e incluir su nombre de pila en un cuerpo de letra infinitamente menor, en el caso de la actual concejal de Las Palmas se destaca su nombre, Carmen, y se minimiza hasta el límite mismo de lo ilegible su apellido, Guerra. Guerra, lo que se dice guerra, no hay más que una, porque ni la candidata ni Alfonso, inspirador de patrióticas veladas de Trillo, pueden con ella.