La primera corrida de toros de la era Rajoy, la del macho ibérico que vuelve por sus fueros, pudo verse la tarde de este miércoles en toda España, incluidas las Islas Canarias, en horario de protección infantil reforzada, es decir, entre las cinco de la tarde y las ocho de la noche, como especifican claramente el Código de Autorregulación sobre Contenidos Televisivos e Infancia y la Ley General de la Comunicación Audiovisual. Durante esa franja horaria, en horario peninsular, no se puede emitir ningún programa en abierto no recomendable a menores de 13 años. Televisión Española lo sabía de sobra, porque la polémica ya se desató con suficiente antelación cuando se conoció su intención de devolver la sangre y la arena a la parrilla de su programación. Y Radiotelevisión Española es una de las firmantes del código de autorregulación que hasta ahora se venía respetando en la cadena pública. En el caso de Canarias la cosa se complica porque la diferencia horaria provoca que la protección reforzada empiece aquí una hora antes pero termine una hora después, lo que obliga a extremar las precauciones a los responsables del centro de producción, a cuyo frente Soria ha colocado al mentado Carlos Taboada. La especificidad canaria, además, se complica con la existencia de una famosa ley, la 8/1991, de Protección de los Animales, también conocida como Ley Pérez-Camacho. Esta norma autonómica considera “falta muy grave” los “actos que supongan crueldad, maltrato o sufrimiento, no simulados, en la filmación de escenas con animales para cine o televisión”. Demasiada idiosincrasia para un director que no está puesto ahí para estas zarandajas.