El tratamiento a la inmigración, uno de los asuntos más candentes de la campaña electoral francesa, también sirvió para evidenciar algunas diferencias, quizás menos de las que podrían apreciarse de lejos antes de este debate. Ninguno de los candidatos se alejó de sus actuales planteamientos de mantenimiento de centros de retención de inmigrantes o prohibición del burka, pero sí que se marcaron diferencias, especialmente por parte de Sarkozy, limitando enormemente los derechos de los extranjeros en el país, a los que exigirá que sepan francés y cantar La Marsellesa, dicho sea en sentido figurado. Los matices sobre la cuestión llegaron cuando Hollande le tocó la tecla religiosa a Sarkozy, y ahí se destaparon algunas debilidades del presidente en funciones, que no supo enmarcar muy bien cuáles son sus temores para con los inmigrantes. El Islam ?sin matices- es uno de ellos, sin duda.