Paulino Rivero no despacha con José Manuel Soria, despacha con la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, con la que ya ha mantenido al menos una reunión de trabajo que se conozca, reunión en la que, como era de prever, salieron a relucir las tensiones que está generando el ministro canario. La vicepresidenta no estaba al corriente de todas las cuestiones aunque no le sorprendieron algunas cosas que conoció en aquella reunión, para la que pidió al presidente canario que resumiera en un folio cuáles eran los asuntos que debían desatascarse. Y el folio lo decía todo porque en él constaban asuntos en los que se aprecia la mano directa del que fuera socio de gobierno de los nacionalistas canarios, ahora echado al monte a lomos del desbocado caballo del despecho y de la revancha política. El folio contenía, entre otros asuntos, la pérdida del 50% de la subvención al agua potabilizada, que va a suponer el incremento automático del precio del suministro de abasto para una buena parte de la población urbana de las Islas. También estaba en el folio la pérdida de las primas a las renovables, lo que colocará a Canarias a la cola de las regiones españolas aun siendo la región con mayor potencial, capaz de producir la energía a mitad de precio sobre el coste de producción con combustibles fósiles. Y estaba la desaparición de las bonificaciones a las tasas aeroportuarias, un golpe agravado estos días al conocerse el agravio que supone que se le otorguen todo el año a Baleares, tierra natal de la secretaria de Estado de Turismo.