¿Preparados? ¿Listos? Pues ya. No han esperado ni siquiera a que el ganador de las elecciones sea candidato a presidente, someta su programa de investidura al Congreso de los Diputados y desvele el arcano de la composición de su Gobierno y ya han empezado a campar a sus anchas. Los poderes invisibles, “los poderes salvajes” que llama el autor italiano Luigi Ferrajoli, ya han dejado salir de sus cuarteles invernales sus primeras apetencias para la nueva etapa política y económica de España y de Canarias, y ya han vuelto a llevarse por delante los frágiles muros de contención que pudieran haber puesto de modo tímido los poderes del Estado estos últimos años de democracia en vilo. La profunda crisis económica, con su insoportable desempleo; la llegada de la derecha política y económica; la innegable influencia de los mercados, de las teorías neoliberales más irreductibles, y la debilidad de los medios informativos, sumidos en una doble crisis económica y moral, han abonado el terreno para dar un giro del revés a todo lo que parecía medianamente bien encaminado. ¿La Gran Marina fue ilegal? No importa, la rescatamos porque nosotros podemos. ¿La regasificadora no la quieren los tres alcaldes de la comarca del Sureste por su peligrosidad para la población? No importa, la colocamos en La Isleta. ¿El Supremo dice que hay que devolver al Ayuntamiento de Santa Cruz los dineros de Las Teresitas? De eso nada, decimos que todo ha sido un montaje policial, judicial y mediático ¡y a seguir la fiesta!