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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Esto se jode (o hiede a que se jode)

Los consejeros Pedro Ortega, José Miguel Ruano y el presidente canario, Fernando Clavijo (CC), rodean a la vicepresidenta regional, Patricia Hernández (PSOE).

Carlos Sosa

Algo se debe estar cociendo en los fogones de ATI, y el olor del guiso no parece estar gustando nada al Partido Socialista Canario. Su escueto pero explícito comunicado de este viernes reclamando a Coalición Canaria explicaciones por una moción de censura en La Victoria de Acentejo, de coeficiente 1 sobre 10 (9.000 habitantes), sólo puede responder a un cambio de estrategia operado en el PSOE como medida preventiva frente a algo que está al caer. Y no debe ser bueno. Este sábado se reunirá el consejo político de CC en Las Palmas de Gran Canaria sin que se haya comunicado a los medios informativos –no es novedad, todo hay que decirlo- cuál va a ser el orden del día. Se supone que se abordará la negativa de Ana Oramas a prestar su apoyo a un posible pacto entre el PSOE y Podemos en la incierta investidura que el Rey habría de encargarle a Pedro Sánchez. Para ser realistas, y dado el control que el equipo médico habitual tiene sobre el núcleo duro de CC, es más que probable que venzan las tesis de Oramas-Clavijo frente a las voces críticas que encabeza Mario Cabrera (CC-Fuerteventura), cabreado por la derechización que presencia en su propio partido. Una derechización, por cierto, a la que por primera vez desde que el pacto es pacto alude el PSOE en su comunicado por la censura en La Victoria: “Lo que ha hecho CC en Tenerife ha sido escorarse hacia la derecha”. Impresionante. Han tardado los socialistas más de medio año en hacer público el sentimiento de frustración que les embarga desde que CC los desplazó en los ayuntamientos de Santa Cruz de Tenerife y del Puerto de La Cruz, entre otros, y desde que los humilla en el de La Laguna, donde esta misma semana se ha puesto de manifiesto el respaldo del PP al alcalde nacionalistas mediante una medida abstención a los presupuestos municipales para 2016. La Victoria de Acentejo, donde CC y el PP van a desplazar al PSOE a la oposición ha sido la coartada perfecta para que la dirección socialista desembuchara toda la frustración que llevaba dentro desde hace meses. Y quizás no hayan sido las trastadas municipales perpetradas por ATI lo más doloroso, sino el ataque directo que el portavoz parlamentario de CC, José Miguel Ruano, lanzó contra la vicepresidenta del Gobierno y candidata (virtual) a secretaria general de los socialistas canarios.

Un cuerno contra Patricia

Que José Miguel Ruano se haya ofendido por una evidencia comprobable cual fue la nefasta gestión que en políticas sociales hizo Inés Rojas durante su etapa al frente de la consejería en cuestión tiene muchos bemoles. Primero, claro está, porque es difícil encontrar a alguien con dos dedos de frente que pueda defender aquella gestión, desautorizada por propios y extraños, denunciada hasta la saciedad por los expertos de la asociación nacional de directoras y gerentes de servicios sociales y finalmente desenmascarada tras descubrirse que entre los Gobiernos de Canarias y de España hubo una obscena inflación de las cifras de dependientes evaluados con la intención de que cada una de las partes salvara su propio trasero. Que Patricia Hernández, vicepresidenta y sufridora heredera de ese legado, lo haya puesto de manifiesto en un contexto absolutamente natural no debería cabrear a Ruano, al que no vamos ahora a catalogar de idiota. Aunque, bien pensado, puede parecer una soberana idiotez defender la gestión de alguien del Gobierno de Paulino Rivero que con tanto ahínco el mismísimo Ruano y su muchachada están tratando de hundir en las catacumbas del olvido con un éxito bastante discutible. La reacción del portavoz nacionalista no fue en realidad de ofensa partidista sino de indisimulada oportunidad para meterle al socio socialista un dedo en un ojo. Porque a Patricia Hernández se le pueden reprochar muchas cosas pero reclamarle que se deje de diagnosticar y trabaje más es una soberana machangada. Al portavoz de CC le respondió de manera inusitadamente dura Gustavo Matos, parlamentario y secretario regional de Política Municipal, que elípticamente le endilgó a Ruano el apelativo de “gamberro”. Y ya se armó del todo, tal y como se pretendía por la primera de las partes contratantes.

El chanchullo del HUC

Por lo tanto, estamos asistiendo a la escenificación de un enfriamiento brusco de las relaciones entre Coalición Canaria y el PSOE en Canarias del que teníamos detectados algunos antecedentes graves. Seguramente todo se empezó a torcer el día que el consejero de Presidencia, Aaron Afonso (PSOE), se levantó de la mesa del Consejo de Gobierno para negarse a apoyar un mangoneo histórico con algunos médicos pata negra del Hospital Universitario de Canarias (HUC). La noticia se filtró a la prensa y Clavijo quedó por primera vez ante la opinión pública como un chapuzas, eufemismo fabuloso cuando se quiere expresar otra cosa más dura que podría también empezar por che. Afonso no está en las claves orgánicas del PSOE, pero su actitud coincidía con la conclusión del plazo dado por los socialistas para que el socio infiel arreglara sus desaguisados en diferentes corporaciones. No lo hizo, y a la vista de lo ocurrido esta semana en La Laguna y este viernes en La Victoria, todo indica que no tiene ninguna gana de hacerlo. Eso debe ser lo que por fin ha descubierto el PSOE, que sin embargo está atado de pies y manos por la Ejecutiva Federal, con cuyos miembros tienen hilo directo tanto Oramas como Clavijo y a donde ya se habrá prevenido de las indisciplinas que están cometiendo los muchachos de Sánchez reclamando explicaciones a CC. Hasta ofendidos se tienen que estar mostrando. Pedro Sánchez necesita hasta el último voto del hemiciclo para avalar su complicada entrada a La Moncloa, y sus esfuerzos se dirigen ahora a intentar que Podemos no entre en el Gobierno y apoye desde fuera, como Ciudadanos. En un escenario así, el voto de Doramas podría tener algún valor, aunque solo fuera testimonial. Pero su negativa a respaldar un Gobierno de Sánchez con Podemos la colocará sin remisión del lado de la derecha en el hemiciclo, con Ciudadanos y el PP ejerciendo contra los de Pablo Iglesias por leninistas y contra Pedro Sánchez por romper España pactando con leninistas. Al tiempo.

Dejan escapar vivo a Negrín

En este contexto, sin embargo, llama poderosamente la atención lo ocurrido este viernes en la comisión de control de RTVC en el Parlamento de Canarias. Tras haber pedido solemnemente la dimisión del presidente-director general de esa casa, Santiago Negrín, los pesos pesados del PSOE prefirieron no estar en una de las comparecencias más esperadas de este reinicio de sesiones. La representante socialista, si bien mantuvo un discurso crítico, no pronunció la palabra dimisión en ningún momento, quizás porque ésas fueron las instrucciones cursadas tanto por el portavoz, Iñaki Lavandera, como la presidenta del grupo, Loli Corujo, que optaron por no constituirse en el escenario del crimen. Y no es que de repente el PSOE haya decidido no importunar a su socio con el asunto televisivo, que a ambos se les ha podrido en las manos, la cosa viene por la vicepresidenta y alguna visita mediática que recibió esta misma semana con peticiones expresas de no hacer sangre. Porque es evidente, como se deduce de la crónica de Salvador Lachica, que al pobre Negrín le quedan dos telenoticias al frente del invento. Su gestión no puede ser más nefasta, y no sólo en lo que atañe a la traslación del mandato parlamentario al consejo rector y de éste a una más admirable dirección del ente. Es que por no mantener ni siquiera ha logrado mantener las audiencias de los informativos, hasta su llegada el santo y seña de la tele autonómica canaria. Los datos son penosos y continúan cayendo de manera estrepitosa. Coalición lo mantendrá interinamente porque, como está aceptado en todos los ritos políticos aplicables al caso, en tiempos de tribulaciones no se pueden hacer mudanzas. Y para cargarse a un presidente de RTVC es aconsejable, y parece que imprescindible, tener bien atado al sustituto o sustituta. Y eso dicen que no está ni se le espera en próximas fechas.

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