El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Juan Santana se doctora
Es más que probable que Juan Francisco García no mintiera a Juan Santana cuando el domingo, en la tribuna del Estadio de Gran Canaria, le dijo “esto no es por ti, es por tu jefe”. Ese día su periódico, Canarias7, había hecho un inapelable resumen de lo ocurrido durante este primer acto del vodevil en el que se ha convertido el intento del Parlamento de Canarias de democratizar y dar brillo y esplendor a la Radiotelevisión Canaria (RTVC). Y necesariamente, el protagonista máximo del despliegue de Canarias7 debía ser Juan Santana, que al fin y al cabo había asumido –servil, como siempre- el papel de correveidile que hace años le asignó su jefe, José Manuel Soria. Santana tiene fama de ser muy diligente en las funciones básicas de un jefe de prensa básico, que lo es del PP y lo ha sido de Soria en sus últimos destinos, incluido el Ministerio de Industria. Se le puede exigir hasta un cierto nivel de desempeño profesional e intelectual, y a partir de él, todo puede convertirse en una catástrofe, como ha ocurrido con su candidatura a miembro del nonato consejo rector de RTVC. No vamos a abochornarles de nuevo con la intervención que tuvo hace dos semanas en la comisión correspondiente del Parlamento de Canarias, apabullante evidencia del nivel que el PP quiere dar a esta cuestión tan seria. Se van a abochornar con algo peor, las intervenciones radiofónicas que tuvo este lunes en Cope Canarias y en Ser Las Palmas –en ambos casos a petición propia- para responder a las cuatro páginas que el domingo le había dedicado Canarias7. Cualquiera que estuviera en su lugar trataría de convencer a su jefe de que esta que libran es una batalla perdida, y no porque el adversario más identificable sea uno de los más influyentes periódicos del Archipiélago, sino porque cuando se pierde la razón uno puede quedar reducido a la condición de Sancho Panza y el otro a la de un asorimbado don Quijote.
“Yo no soy manipulable”
Ya les decíamos más arriba que no era nuestra intención volver a someterles al bochorno de escuchar el verbo disperso de quien pretendía convertirse en uno de los cinco gestores máximos de la radio y la tele públicas de Canarias. Los años de radio que dice que desempeñó no hicieron mella en su capacidad para la construcción de una frase de más de media docena de palabras dentro de la coherencia y las exigencias gramaticales mínimas. Si lo escuchan a él y les dicen que es un futbolista comentando el partido que acaba de jugar, no protestarían. Siii, bueeno, yo, el equipo, partido a partido, si el míster quiere… Acudió a esas dos emisoras con el único propósito de descalificar al dueño de Canarias7 acusándolo de hechos que Santana tuvo que leer claramente en las chuletas que le habían proporcionado porque tales términos no gozan del honor de integrar su vocabulario. “Quebranto patrimonial”, “administración desleal”, “suplidos no previstos” o “criterio discrecional” formaron parte de la retahíla de reproches que lanzó el vocero de Soria con una entonación que claramente delataba que estaba leyendo. “Tú di esto, Juan, que le va a joder”, debieron indicarle, y para allá que se fue Juanito quemando todas sus naves para que quedara claro ante el mundo que su designación como candidato al consejo rector (él se empeñó en todo momento en llamarle consejo de administración) respondía solamente a su condición de afiliado y fiel militante del PP, con un máster en la dura tarea de ser el chico para todo de José Manuel Soria. La frase más delatora fue, sin duda esta: “Lo que no queremos en el Partido Popular es que ocurra en la Televisión Canaria lo que ocurrió en su día en la Caja de Canarias”. Ese presente mayestático, ese yo enaltecido de quien tiene la delegación del comandante en jefe, acabó por confirmar para siempre que el PP (con Coalición Canaria apoyándole) metía un comisario político en el órgano llamado legalmente a acabar precisamente con el uso partidario de la RTVC. Eso sí, repitiendo en varias ocasiones eso de que “yo no soy manipulable”. Penoso.
Recibió hasta Román
Es comprensible que este ser tenga el cuerpo cambado tras la somanta de tortas que se ha llevado por tonto. Que accediera a la mascarada le expuso ante el público municipal y espeso, dejó al descubierto sus debilidades y consiguió que se confirmara la crueldad de su comandante en jefe para sacrificar peones cuando le viene bien en sus jugadas. Román Rodríguez no tuvo piedad con Juan Santana cuando le afeó que se presentara ante aquella comisión parlamentaria de control de RTVC blandiendo su condición de afiliado y militante del PP con cargo de confianza en vigor, y con un historial de capacidad y méritos que difícilmente servirían parar ser presidente de escalera. En aquella comisión, Juan Santana encajó como pudo el golpe, pero a la vista de lo sucedido después y conocedor de las artes que desplegó el presidente de Nueva Canarias para contribuir a frustrar la jugadita de Soria, el lacayo se ha rebelado. Y contraviniendo su promesa de que desde su puesto de consejero de la nueva tele contribuiría a “devolver a este Parlamento el respeto que tiene que tener”, en sus entrevistas radiofónicas de este lunes arremetió contra Román Rodríguez con tal torpeza y tan clamorosa falta de argumentos que volvió a dar pena. El respeto al que se refería para el Parlamento era el que él debe creer exclusivo para Águeda Montelongo o Australia Navarro, porque decir de Román Rodríguez que no da el nivel porque no ha hecho el MIR y que desde que acabó la carrera de medicina no ha hecho otra cosa que llevar las listas de los médicos en paro, es no tener toda la información completa. O torcerla al gusto del momento. Román al menos es médico, un título, mira tú qué cosas; y tiene plaza como médico de atención primaria, lo que obliga a unas oposiciones. Que Juan Santana se atreva a meterse en esos jardines solo confirma su ignorancia y el atrevimiento de quien obedece órdenes sin percatarse de que el que queda como un patán es él.
‘Canarias7’ había pegado fuerte
Estas respuestas de Juan Santana no eran suyas, es evidente. Eran la que su jefe le ordenó que pronunciara. Si por este pobre hombre fuera, ya se habría apartado de la polémica, como se rumorea que está a punto de hacer por recomendación expresa del Grupo Parlamentario Popular, que se esfuerza por convencer a un muy cabreado José Manuel Soria. Le insisten y le insisten y él no ve todavía la batalla perdida. Y la tiene perdida. Enrocarse en mantener a Juan Santana, por mucho que su socio, Coalición Canaria, le haya animado hasta ahora, sólo va a conducir a mantener sine die a Willy García al frente de RTVC, lo que ha provocado saltos de alegría en Paulino Rivero. Soria ya no mide sus tiempos canarios, ni lo traicionera que puede llegar a ser la aritmética electoral cuando se pone burra. Ha dejado en pelota picada a uno de sus más fieles colaboradores y, con su candidatura, ha desnudado también las debilidades que el PP tiene en esta materia. Y eso fue lo que este domingo puso negro sobre blanco Canarias7 en las cuatro páginas que dedicó al papelón que ese partido ha hecho con la escaramuza Santana. Tiene razón este hombre en quejarse de que haya quedado como un auténtico totorota en ese despliegue editorial, pero ése ha sido el papel que ha desempeñado por sus escasas habilidades intelectuales y por su servil entrega al gran timonel. Ese papelón y los acontecimientos que desembocaron en la frustrada constitución del primer consejo rector, fueron el detonante para que el periódico de Juan Francisco García pudiera pegar fuerte a las contradicciones del PP en materia televisiva, aquí y en el resto de España. La conclusión es la de todos conocida: lo que pregona aquí lo niega en las demás autonomías. Lo que aquí es caro, en las demás regiones se multiplica por dos. Lo que aquí se quiere cerrar anunciando grandes plagas y quebrantos sirve para soslayar lo que cuesta Televisión Española en Canarias, uno de los datos más escondidos después del nombre del bancario que cogió el maletín de La Favorita.
El contraste de Paco Moreno
Nada de esto hubiera ocurrido si Francisco Moreno, Paco Moreno, no hubiera ejecutado el gesto más digno que se recuerda en los últimos años de historia de esta autonomía: mandarse a mudar antes de que el árbitro pitara el inicio del encuentro para no contribuir a una auténtica pachanga, a un partido amañado por los dueños de los equipos, por los entrenadores y por buena parte de los demás jugadores. Nadie había entendido nada hasta entonces y todavía a estas alturas hay quien quiere que el balón se eche a rodar aunque el público ya haya abandonado el graderío asqueado con el descubrimiento. Que Juan Santana haya proclamado en esas entrevistas radiofónicas que todo estaba pactado (“tú respetas a mis candidatos y yo respeto a los tuyos”) no es más que una evidencia de que los esfuerzos que unos cuantos hicieron por sacar adelante una ley que democratice la RTVC no han servido para nada. Lo que demuestra que no sólo hay que hacer buenas leyes para que esta democracia tenga más calidad: hay que cambiar comportamientos, y si éstos son inamovibles, cambiar a los recalcitrantes. Barragán y Águeda Montelongo habían pactado no pisarse las mangueras, que uno no jodiera la jugada del otro. El PSOE, además de proponer al mejor candidato, quedó fuera del enjuague porque Coalición solo negocia ya con el PP. Tuvo que ser Nueva Canarias quien moviera el árbol y quien hiciera ver a todos que un comisario político no podía estar en esa nueva era. Y eso fue lo que, a la postre, animó a Paco Moreno a marcharse. Pero no crean que han aprendido la lección. Ni Soria ni algunos de Coalición se bajan todavía de la burra. Juan, sé fuerte, le dice el ministro a su lacayo; negociemos otro candidato socialista, dicen desde CC sin mirar para Santana, que es intocable. El PSOE busca una salida que salve su ley. O esperar, que al fin y al cabo el tiempo, por una vez, juega a su favor.
Bravo de Laguna calienta las especulaciones
¿Se equivocó Soria cuando decidió apartar a José Miguel Bravo de Laguna de la carrera para la reelección al frente del Cabildo de Gran Canaria? ¿Es una decisión irrevocable? Cada día son más las voces que dan por sentado que José Manuel Soria prefiere una derrota sin paliativos en su feudo natural que fortalecer en su plaza a un contrincante interno que puede hacerle más duro el cambio de ciclo en el PP canario. Las teorías se disparan ante el apagón informativo que tradicionalmente se cierne cuando de listas y estrategias electorales se trata, lo que ha hecho que circule también que el gran timonel está dispuesto a pasar por unos malos resultados siempre que la conclusión sea que sólo con él el PP canario es uno, grande y libre. Acaso pudiera ser que esté esperando que se lo pidan con rogativas en todas las parroquias de Canarias y que en la catedral de Las Palmas se haga un rezo solemne del santo rosario con Eligio Hernández de ofertante vestido de lucha canaria. Mientras se desvela el misterio, algunos parecen no estarse quietos. Alguien debe haber lanzado este lunes la suerte de que el presidente del Cabildo grancanario, José Miguel Bravo de Laguna, le hace carantoñas a Compromiso, el partido que Nardy Barrios dejó huérfano de madre y de padre cuando decidió, de ahora para después, mandarse a mudar. No estamos a estas alturas en condiciones de garantizar que esa operación esté madura y cerrada, pero sí de especular con que con ella al PP de María Australia Navarro le saldría un grano en donde la espalda pierde su casto nombre. Es decir, en el culo. Un problema que habría de sumársele al que le plantea en las grandes ciudades la irrupción imparable de Ciudadanos, que se dispone a robarle al PP los mismos votos que Podemos roba al PSOE. Soria sabe que, lo mire por donde lo mire, tiene un incendio en la calle de Bravo Murillo, y sabe también que Cardona no sirve de bombero para todo. Que haga doblete al Ayuntamiento y al Parlamento podría no ser suficiente para amortiguar el talegazo.
Sobre este blog
El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora