Era impepinable. Ponerle un micrófono delante al ilustre prócer de Tenerife José Rodríguez Ramírez significa arriesgarse a que resalte ante los presentes su grandiosa biografía. Y en este juicio, como es obvio y pueden comprobar, a don Pepito le pusieron un micrófono delante. “Tengo un currículum de menciones (y espero que no sea utilizado) extraordinario”, un currículo, enfatizó, “que es el de mayor cuantía de Canarias”. Debemos entender por cuantía el número de páginas que abulta, en el que se incluyen todas las distinciones obtenidas, todos los juegos florales donde ha participado, todos los pregones festivos que ha leído, las metopas que le han regalado y las calles que han rotulado a su nombre en diferentes lugares de Tenerife. No consta en el historial del insigne editorialista el Premio Canarias de Comunicación, que se le ha negado seguramente por ser tan patriota, como también se encargó de destacar ante el juez. De todo lo dicho, sinceramente, solo constituyó novedad para nosotros que haya sido miembro de la Juventud Masculina de Acción Católica, un movimiento del Movimiento Nacional destinado a adoctrinar a los jóvenes cachorros franquistas en los años posteriores al golpe de Estado de 1936. Mamó democracia, sí señor.