Carlos Ester (Bilbao, 1977) es un diligente diputado del PP en el Parlamento de Canarias, siempre a la entera disposición de la formación política que le dio ese empleo y el que tiene en el Imef de Las Palmas de Gran Canaria. No pasará a la historia, desde luego, por su sagacidad, por sus deslumbrantes iniciativas ni por su oratoria. Pero para los periodistas que cubren la información parlamentaria quedará siempre como el que ejerció de eficaz mamporrero de Soria en la comisión de investigación de las trapisondas eólicas de su propio partido. Fue él quien se vio obligado a ceder su silla en aquella mascarada para que el presidente del PP ejerciera de patético Torquemada tratando de endosar a los socialistas lo que exclusivamente fue responsabilidad de los hermanos Soria, uno por acción y el otro por omisión, que tanto monta, monta tanto. Ahora sabemos los motivos de tanto servilismo: Carlos Ester también le debe a su partido el puesto de trabajo que tiene reservado en el Ayuntamiento capitalino. Un político con mucho futuro, sí señor.