Si las miradas contuvieran insecticida, algunas de las que los participantes en El Envite lanzaron a la cucaracha la habrían fulminado instantáneamente. Observen, por ejemplo, cómo clava en la cuca sus ojos envenenados de mosqueo el presidente del Gobierno, seguramente pensando en la que le iba a caer al día siguiente a poco que alguien enlazara cucarachas con hoteles-escuela, con excelencia turística y con su consejera del ramo, Rita Martín, que parece estar marcada últimamente por el mal fario. Hay frases gloriosas, como las que pronuncia Rivero, cuando dice que “se están poniendo cosas importantes sobre el escenario”, o José Carlos Francisco, economista de cabecera del presidente, que debía estar viendo algo que le llevó a expresar : “y creciendo” o “esto es muy gordo, esto es muy grave”. Pero el mejor es José Luis Rivero, que es partidario de “hacer lo que se tenga que hacer y lo que se pueda hacer”. Y lo hace, convirtiéndose en el héroe de la noche, el único con recetas ejecutables para salir del aprieto.