Pocos dirigentes políticos pueden presumir como José Manuel Soria de acumular en su armario más cadáveres políticos que el videoclip de Thriller, de Michael Jackson. Le salen, cada vez con menos disimulo, desde cualquier rincón de Canarias, y los que no han salido todavía amenazan con hacerlo pronto, no por oportunismo, sino porque estas cosas debe ser que llevan su maduración. Este jueves vimos dar el do de pecho contra el presidente del PP canario a alguien que fue su mano derecha en un momento decisivo, Guillermo Guigou. El hoy concejal de Ciudadanos de Santa Cruz ha puesto el grito en el cielo por la provocadora visita del señor ministro de Industria, Energía y Turismo a la refinería de Cepsa en Santa Cruz de Tenerife, y ha anunciado una moción muy sandunguera para el próximo pleno municipal. Se queja el concejal, no sin razón, de que Soria se inmiscuya en las competencias y en la autonomía municipales para proclamar urbi et orbi que las instalaciones petroquímicas no saldrán de la ciudad, como si ésa fuera una competencia del ministerio y no de las corporaciones locales, particularmente el Ayuntamiento, y en tal caso, el Cabildo a través del plan especial correspondiente. Es especialmente significativo que quien ponga a Soria en su sitio sea precisamente Guillermo Guigou.