No dejará de sorprendernos ese personaje que es Paulino Rivero, candidato a reeditar el pacto menos deseado de la historia reciente de Canarias. Se reunió en su feudo con Juan Fernando López Aguilar, el ganador de las elecciones, que aceptó las condiciones del encuentro: Tenerife, un hotel, día y hora a elección del anfitrión. Quizás hubiera sido más adecuado el Parlamento, pero el socialista transigió, para que no le digan estirado. Alguien debió haber colado un micrófono en la reunión porque, de ese modo, habríamos sabido si el tono desafiante y exigente de Paulino Rivero ante la prensa fue el mismo que adoptó en la quietud y en la privacidad de su encuentro con el candidato socialista. Aguilar se lo puso este lunes un poco más difícil, porque propuso a su interlocutor tres opciones, cada cual con su propia lógica.