Vamos a ver cómo vende el PP entre su parroquia más recalcitrante esa fusión entre lo que hasta el otro día era CajaMadrid y la incombustible La Caixa con traspaso del poder de la entidad resultante nada menos que a Barcelona. El anticatalanismo rampante reaccionará como corresponde sin entender que, siempre en el caso de que se produzca esa operación, todo habrá sido a mayor gloria del fortalecimiento de la mayoría absoluta del PP. Porque los acuerdos entre Mariano Rajoy y Artur Mas para que CiU no se opusiera a la convalidación de las medidas draconianas del Real Decreto Ley del 30 de diciembre incluían precisamente ese enfoque para la fusión, además de los preparativos legislativos necesarios para que Cataluña reciba unos 700 millones de euros de deuda histórica que hasta entonces todos se negaban a admitir, además de que Alicia Pérez Camacho se dejara de boberías y retirara la enmienda a la totalidad de los presupuestos de la Generalitat catalana. Como este lunes no pudimos hablar con García Falcón desconocemos si vivirá ese apasionante culebrón desde un dorado retiro en alguna paradisiaca playa o si regresará a la Universidad a ejercer como profesor con once años de máster bien remunerado al frente de una entidad que un día se llamó la Caja Insular de Ahorros de Canarias.