Ante un Gobierno devastador, que criminaliza la democracia atacando a sus instituciones (los ayuntamientos, las autonomías, los órganos de control, los representantes sociales?), que deja intactas las grandes fortunas, las transacciones financieras, las ganancias de los especuladores; ante un Gobierno que promueve una amnistía fiscal para que afloren los dineros obtenidos de cualquier manera, incluido el narcotráfico, la corrupción urbanística o la trata de personas; ante un Gobierno que presume de fortaleza diplomática y que todos los días se rinde sumiso ante las majaderías cada vez más rechazadas mundialmente de la canciller Angela Merkel, que borra de un plumazo la ilusión por salir delante de millones de españoles, que traiciona a sus electores y a los derechos más básicos de la gente? ante un Gobierno así la oposición socialista no parece estar a la altura de convertirse en una alternativa creíble para los ciudadanos. Rubalcaba mostró su rechazo ayer en el Congreso, es verdad. Y ofreció diálogo y colaboración, también precioso. Pero a los socialistas les falta sacudirse el saco de su trayectoria de ocho años de Gobierno con sus aciertos y también con sus sonados errores. Y acto seguido, colocarse del lado de las personas que sufren estos ataques desde las instituciones para emplear su mismo lenguaje, para asumir su cabreo con la misma intensidad y, con toda la fuerza que tenga en los ayuntamientos, en las autonomías, en las Cortes y en Europa, parar las patas a estos desalmados.