La adjudicación definitiva de las nuevas frecuencias de radio también será asunto de polémica entre la clase política y mediática de Canarias. Los grandes damnificados están a la espera de la publicación de la orden en el BOC para emprender acciones por la vía contencioso-administrativa, sabedores de que el compromiso de Paulino Rivero de abrir otro concurso para otorgar más licencias se ha tropezado con la negativa de José Manuel Soria, que no está muy dispuesto a darle al presidente canario ni una pizca de oxígeno. Y viceversa. Pero entre los damnificados también miran con recelo a algunos de los adjudicatarios, especialmente a los dos o tres que obtuvieron más de una, más de dos y hasta más de tres decenas de frecuencias. Saben que el Gobierno no va estar precisamente vigilante con el cumplimiento de las exigencias y de la oferta que cada cual planteó para ganar sus frecuencias, y serán los particulares los que tengan que denunciar ante el órgano adjudicador. Algunas deserciones ya se están produciendo, en ocasiones por imposibilidad manifiesta de alcanzar lo prometido (algunos ganaron por comprometerse a crear 150 puestos de trabajo), o porque la crisis económica ha hecho estragos incluso entre socios que parecían amigos para siempre. Ya les iremos contando, porque los movimientos telúricos de estos últimos meses van a empezar a aflorar y sabremos con qué y con quiénes cuenta cada cual.