La historia está para recordarla, sobre todo cuando trayendo a colación algunas cosas ocurridas no hace mucho podemos explicarnos lo que pasa en el presente. La noticia la adelantábamos esta misma noche del lunes: el juez ha dado el pistoletazo de salida para que la actual alcaldesa de Telde, María del Carmen Castellano, se siente en el banquillo de los acusados para responder por un presunto delito de prevaricación relacionado con la compraventa de la finca de San Rafael. Junto a ella se sentará otra persona imprescindible para entender los años de corrupción en esa ciudad, Guillermo Reyes, y un empresario también omnipresente en algunas tramas idénticas, Santiago Santana Cazorla. La operación es el paradigma del modo de operar de aquella mayoría de gobierno (PP-Ciuca) que hundió en la ruina económica, política y moral a la ciudad de Telde en el periodo 2003-2007. La operación la tienen relatada en la noticia: el empresario Santana Cazorla compra a la familia Benjumea la finca de San Rafael por algo más de 2,6 millones de euros y, un mes después, el Ayuntamiento se lo compra al empresario por 6,4 millones mediante una permuta por la que el municipio se desprende de valiosos inmuebles comerciales en Marpequeña. Es lo que se llama vulgarmente un pase, pero que en este caso tiene como parte perjudicada a una administración pública que, de estar interesada en el inmueble, debió comprarlo por el precio puesto por sus originales propietarios, y no utilizar a un intermediario para enriquecer a este y vaya usted a saber a quién más. No hará falta que les recordemos, por aquello de evocar la historia para no estar condenados a repetirla, que es el mismo empresario e idéntica operación que en el caso de La Favorita, la vieja, deteriorada e inservible factoría de tabacos que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria compró por 12 millones de euros cuando en el mercado se ofertaba por poco más de 5. El alcalde que endeudó al consistorio con aquel pelotazo es el mismo, vaya por Dios, que este lunes se presentaba en Arinaga a hacerse la foto con un mega molino. La Favorita, que se destinó a talleres y parque móvil municipal, es un edificio con graves deficiencias que lo convierten incluso en insalubre para los trabajadores. La ciudad está pagando el coste de aquella compra firmada por Soria mediante un préstamo del Banco Europeo de Inversiones que se terminará de devolver el año que viene.