Una de las debilidades de José Manuel Soria, de las varias que le tenemos detectadas desde hace tiempo, es que se note que es una autoridad. Desde que se convirtió en alcalde tiene esa obsesión: llegar a los sitios apabullando con una corte de asesores, escoltas y coches oficiales que permitan visualizar que allí no se ha constituido un cualquiera. Hasta octubre de 2010 tuvo a su servicio, pagado con dinero público, a varios policías locales de Las Palmas de Gran Canaria que lo acompañaban hasta a sus ejercicios deportivos por el Parque Romano. Tras este año y pico en la más absoluta soledad voluntaria, Soria ha recuperado los escoltas que por ser ministro le corresponden, y con los escoltas, otras de sus debilidades, las salas de autoridades de los aeropuertos y los coches oficiales. Para este lunes ha solicitado a la delegación del Gobierno y a la Policía dos coches oficiales, uno para él y otro para su asesor, Ángel García, que habrá de adelantarse al ministro para preparar convenientemente el protocolo y el tratamiento de su excelencia allá donde se persone. Volvemos a tirar de hemeroteca para recordar las ácidas críticas que Soria y los suyos hicieron de Juan Fernando López Aguilar en la utilización de los servicios de escolta y coches oficiales. Y estaremos muy pendientes de la utilización que a partir de ahora se haga de los medios públicos, tanto técnico como puramente policiales, que los antecedentes no son precisamente edificantes.