Hace más de seis meses que al juez que instruye el sumario de la operación Unión, César Romero Pamparacuatro, se le llenó la cachimba. O, dicho de un modo más políticamente correcto, se le encendieron algunas alarmas que le aconsejaron prescindir del uso del programa informático Atlante para tramitar estas diligencias. No quería, bajo ningún concepto, que cualquier operador del Cibercentro, el que controla esa aplicación desde una empresa contratada por el Gobierno, pudiera tener la tentación de acceder a las actuaciones y enterarse de cuáles eran los pasos que se daban y cuáles los que se iban a dar. Por eso ordenó a sus funcionarios que Unión se grabara en un disco duro externo, lo que impide cualquier acceso a través de la red. Los operadores de Cibercentro adjudican a cada juez las claves que ha de utilizar para acceder a Atlante, una sofisticada herramienta que es utilizada para todos los escritos judiciales, desde un auto hasta una sentencia, pasando por todas las providencias y diligencias que imaginarse puedan y que se convertirían en una auténtica tentación para cualquier curioso o necesitado de información.