Todos los que han estudiado mínimamente el intrincado enjambre de relaciones políticas, empresariales y mediáticas de Lanzarote llegan a la conclusión de que la isla es, en sí misma, un laboratorio a escala de lo que ocurre en los mismos ámbitos en toda Canarias. La mezcla perfecta y grosera entre los poderes económicos y políticos, salpimentada por la protección que proporcionan los medios más sumisos, permite que sigan ocurriendo cosas inadmisibles como la veintena de hoteles ilegales que ahora se intentan salvar por la puerta de atrás con la Ley de Medidas Urgentes, y el también escandaloso asunto de la operación Unión, que ha destapado el funcionamiento mafioso del sistema clientelar y corrupto que presuntamente dirige desde la cárcel el ojo que todo lo ve, Dimas Martín. Pero para que la maquinaria funcione y no aflore la verdad, para que el desafecto no ose denunciar y, si lo hace, sea ridiculizado y marginado socialmente, son necesarios medios que respondan de inmediato a la voz de los amos, y el más señalado en ese sentido es el Grupo Lancelot, de cuya filial televisiva, Lancelot TV, son socios, como decíamos, los dos nuevos imputados del caso Yaiza, Rosa y Lasso. Estaremos atentos a ver cómo cuentan este nuevo capítulo.