Puestos a analizar el despido de Carmelo Rivero, colaborador privilegiado de Radio Club Tenerife durante más de tres décadas, conviene referirse también a otras grandes firmas del panorama nacional que han sufrido igual destino. Por ejemplo, Carlos Carnicero o Nativel Preciado, dos colaboradores habituales de la radio de Prisa que acaban de abandonar la casa por imposición de los nuevos tiempos. Esas personalidades son equivalentes en Canarias a Carmelo Rivero, un intocable del periodismo, cuyo despido explica la Ser en base a las nuevas realidades económicas y de contenidos. La cadena asegura que trató de llegar a un acuerdo económico con el periodista, pero éste exigía unas contrapartidas que en nada coincidían con la relación laboral que mantenía con la emisora. Si estaba sin contrato fue porque él así lo quiso siempre para salvarse de las posibles incompatibilidades, como sus colaboraciones con medios de la competencia, con la radio y la televisión canaria, o los gabinetes de prensa que ejerció, como el de Cajacanarias. Rivero siempre ha presumido de su íntima amistad con el fallecido Jesús Polanco, y si no tuvo un contrato como Dios manda fue sin duda porque no lo quiso. Veremos lo que deciden los tribunales, que están siendo intransigentes con empresas que acusan crisis y despiden trabajadores.