Debe ser un problema de semántica y de régimen interior. Alguien en el Cabildo de Fuerteventura, posiblemente el encargado de atornillar a la puerta del responsable de Turismo el rótulo correspondiente, se equivocó y, en realidad, colocó el cartelito de marras en la entrada de la consejería de Tráfico y Movilidad. Y se armó. La misma palabra, “turismo”, se emplea en español para el fenómeno de masas consistente en viajar, ver mundo, ponerse una pulsera de colores en la muñeca y regresar a casa cansado y sin un euro. Pero turismo también es un automóvil para uso particular, en el que además del desplazamiento se puede hacer de casi todo. Un turismo saludó durante los últimos veinte días al turismo que accedía al sur de la isla de Fuerteventura. Y lo hizo de modo insolente, desafiando a la estética y a la buena promoción, a la limpieza y a la seguridad vial. Estaba destrozado a la altura de Pájara, en el pago de El Guerepe.