Jordi Llovet desgrana las ruinas del “penoso y lamentable” estado de la educación en su libro
MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
El catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada Jordi Llovet desgrana las “ruinas” de la educación en su libro 'Adiós a la universidad' (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores), una crítica irónica en la que el autor diagnostica el estado de una institución que aspira a convertirse en una “empresa”.
Acompañado del subtítulo 'El eclipse de las humanidades', en este libro Llovet narra sus experiencias de “provecho y dignidad”, aunque también de malestar y consternación respecto a la universidad y, en concreto, hacia la desaparición de las letras de la sociedad tras los últimos cambios académicos.
“Penosa” y “lamentable” son dos de los adjetivos que este profesor, prejubilado en 2008 por la Universidad de Barcelona, ha dedicado este lunes, durante la presentación de este libro, a la situación actual de la vida académica. Sin embargo, lejos de ser “catastrofista”, Llovet afirma que este volumen pone sobre la mesa el desinterés social hacia la educación.
Los estudios universitarios, el doctorado, los primeros años de docencia, investigación y publicación, el Plan Bolonia, las Humanidades y las nuevas tecnologías son algunos de los ejes sobre los que el autor reflexiona en este volumen, dedicado a sus alumnos. “La vocación de enseñar se va a ir porque no hay vocación de aprender”, ha dicho.
“No me preocupaba formar a sabios --que lo hacen solos--, sino a futuros ciudadanos con cierta categoría y no estoy convencido de que la enseñanza primaria o secundaria, y mucho menos los medios de comunicación, hagan algo por convertir a los jóvenes de este país en ciudadanos políticamente solventes”, ha criticado el profesor.
Esta labor tiene una importancia capital, a su juicio, porque “cuando las democracias abarcan países con un gran número de personas, cuyas opiniones están motivadas por los medios de masas, lo natural no es que prosperen, sino que se envilezcan”, ha advertido. Por ello, considera que “hay que aprovechar los cuatro o cinco años de la carrera para dar una formación más allá de lo estrictamente profesional”.
EL CAMBIO IMPOSIBLE
Durante una entrevista con el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, de la que Llovet guarda un “grato recuerdo”, el catedrático se dio cuenta de que, aunque estaba de acuerdo con sus peticiones, no podía hacer nada. “Los sindicatos y la maquinaria burocrática del Ministerio impedían una reforma radical de la enseñanza primaria, secundaria y universitaria”, lamenta.
Por otro lado, en su defensa por las Humanidades, Llovet señala que “no hay nada muerto en los anales de la Historia”. “Es algo que deja una lección: o se acepta que una generación ha de tratar con los muertos también, o estamos absolutamente perdidos”, advierte. En este sentido, destaca que “cuando las democracias pasan por una situación débil hay que reforzar la enseñanza de letras, algo que países como Alemania, Francia o Argentina tienen en cuenta”.
Llovet (Barcelona, 1947), que se define como un “reactor”, lamenta la pérdida de la transmisión de los universitarios con sus maestros, quienes le enseñaron a convertirse en profesor, según indica. Entre ellos, cita a Blecua y alude a una de sus enseñanzas: “Un docente empieza enseñando más de lo que sabe y termina enseñando lo que sus alumnos pueden aprender”.
Después de cuatro años, y tras solicitar al rector de la Universidad de Barcelona un cambio en el reglamento que permita impartir clases después de la jubilación, a partir de febrero volverá a las aulas para hacer lo que más le gusta: enseñar. “Fui siempre feliz con los estudiantes”, confiesa el catedrático.