El futuro con el que sueña Lanzarote tras la pandemia

Casco histórico de Arrecife de Lanzarote desde el Charco de San Ginés. VIAJAR AHORA

Natalia G. Vargas

Arrecife —

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En una pequeña isla de volcanes negros y casas blancas, sus habitantes juegan a imaginar cómo será el futuro después de la pandemia. Lanzarote siempre ha sido silencio, mar, arena, agricultura, pesca, arte y cultura. También turismo masivo, exclusión concentrada en barrios, sonados casos de corrupción política y lucha contra la contaminación en playas o carreteras. La Muestra de Cine insular, con el proyecto audiovisual Y la vida continúa, ha dado a los conejeros y conejeras la posibilidad de compartir cómo es la Isla que sueñan. Un trabajo colaborativo que toma la crisis de la COVID-19, que hasta el momento se ha cobrado la vida de seis personas y ha dejado 84 positivos en la Isla (tres de ellos activos), como una oportunidad para escuchar a la gente y corregir en conjunto las debilidades de la tercera isla más poblada de Canarias. “En un momento de tensión política y crispación social, hemos querido con esta idea dar voz a la sensatez y a las personas que viven y que quieren a Lanzarote”, explica Javier Fuentes, director del proyecto.

“Salud, cultura y criterio”, son los tres deseos que un vecino de Playa Honda, Javier Alonso, pide para su hogar en el futuro inmediato. Propone que “aprovechemos la oportunidad y que seamos inteligentes” en un lugar caracterizado por su lejanía respecto al territorio continental, “rodeado de un mar agitado de dudas”. En esta línea, desea que después de este parón tanto de la rutina como de la actividad económica, las energías renovables reciban la importancia que merecen. La protección del medio ambiente y la necesidad de repensar el modelo económico son propuestas compartidas por muchos de los participantes en el proyecto. Una residente que lleva más de 53 años viviendo en Lanzarote, recuerda que hay una amenaza mucho mayor que la COVID-19 que sigue acechando al planeta: el cambio climático. “Yo siento esta tierra como mía y me duele mucho lo que se ha hecho con ella. Quiero que mis hijos y mis nietos, y todos los que vengan después, la sientan como yo la he sentido”.

Escapar del “monocultivo del turismo” y perseguir la autosuficiencia es otro de los retos que plantean algunos conejeros. Una vecina describe la situación de emergencia sanitaria que atraviesa el mundo como un tiempo de “reflexión y enseñanza”. “Tenemos que cambiar nuestra forma de vivir. No podemos seguir apostando por un turismo que nos está destruyendo, que acaba con todo lo que hace a Lanzarote única y especial. No se puede simplificar la Isla en una sola idea, porque es mucho más que eso”, insiste. Además, para otro lanzaroteño, la dependencia del turismo trae consigo riesgo de pobreza y exclusión. “No podemos depender del turismo como medio de vida, no podemos dejar que nuestra vida dependa de que la gente decida venir o no a vernos”.

“Debemos mirar más al mar”, señala uno de los participantes, que percibe el océano como una importante fuente de riqueza “que no se está explotando lo suficiente”. “Podemos desarrollar piscifactorías en naves o en el mar propio, potenciar el cultivo de algas, la energía geotérmica… Estar más cerca de los consumidores”, apunta. El futuro lanzaroteño también pasa por el campo. Un agricultor desea una sociedad orgullosa del sector primario, que consuma productos ecológicos, con una economía diversa y amable tanto con la naturaleza local como con la global.

En otros casos, algunas participantes recuerdan cómo el confinamiento ha sacado a relucir la importancia de tener una buena alimentación y de cocinar lo que comemos: “Sería interesante incentivar la creación de huertos en los hogares”. Con vistas a esta nueva realidad más sostenible, la movilidad también debe cambiar: “Reducir el número de vehículos, descongestionar las carreteras y apostar por los medios de transporte de dos ruedas, más sanos, ecológicos y limpios”. En otro de los vídeos, un hombre viste un chaleco reflectante en el que se puede leer la palabra “respeto”. A su alrededor, en Arrecife, bolsas de basura se acumulan sobre las aceras.

Arte y cultura

La huella que el artista César Manrique ha dejado en cada esquina de Lanzarote ha hecho de la Isla un museo a gran escala. Así, los espacios más visitados por los turistas que se desplazan a este rincón del Archipiélago son los Centros de Arte y Turismo (CACT): el Mirador del Río, los Jameos del Agua o la Cueva de los Verdes, entre otros. En esta línea, algunos de los sueños compartidos en el proyecto Y la vida continúa también contemplan la posibilidad de alcanzar un turismo más sostenible mediante la limitación de las visitas a estos centros. “Podrían desarrollarse plataformas digitales potentes que permitan hacer visitas virtuales que complementen a las presenciales. En el caso de las que sean presenciales, limitarlas a pequeños grupos”. Además de estos reconocidos puntos turísticos, Lanzarote sueña un futuro en el que se organicen también pequeñas visitas a exposiciones de artistas y artesanos locales.

En el futuro de la Isla, las personas, el arte y el entorno deben estar en el centro: “Necesitamos un sector servicios que trabaje aún más para la infancia y para los mayores”. “El otro día escuché una publicidad turística que decía: ”En Lanzarote nada ha cambiado“. Claro. Lo dicen quienes han ayudado a que vivamos en un entorno acelerado y vertiginoso. En música, me quedaría con un concepto que permite interpretar la velocidad de la obra: el tempo. Yo me quedaría con eso. Optar por andar tranquilos. La esencia de Lanzarote es sosegada y apacible, debemos dejarla significarse”, concluye una mujer.

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