Espacio de opinión de La Palma Ahora
Canarias: colonización, mestizaje y atlanticidad
Celebramos una vez más el Día de Canarias sin grandes alegrías. Tenemos los hoteles repletos, según el Gobierno la economía empieza a mejorar pero seguimos estando en cabeza del paro. Además, acabamos de salir de un proceso electoral en el que la gente ha manifestado su deseo de cambiar cosas. La perpetuación en el poder de los mismos grupos ya no es bien vista por la ciudadanía, desengañada ante tantas corruptelas, crispada por tantos recortes y tal pérdida de derechos sociales. ¿Para cuándo una renovación de líderes, para cuándo los líderes que tenemos van a entender que no son en absoluto imprescindibles?
De nuevo el día de Canarias será un día para irse a la playa y celebrar poco la región. Lo peor del pleito insular es constatar que hay muchos profesionales de la pelea, gente especializada en alentarla, en echarle brasas para que siga ardiendo. En realidad, el pueblo llano no es tan pleitista como quieren hacernos ver algunos medios de comunicación, pero el pleitismo ha sido bien manejado por la burguesía tinerfeña y por la grancanaria para generar un entretenimiento populista. Da igual que sea periodo de elecciones o no, da igual que haya habido detenidos por alguna de tantas corrupciones, da igual que vengan los carnavales o jueguen el C. D. Tenerife y la U.D. Las Palmas. Nos lo decía hace años Eligio Hernández, herreño ilustre, antiguo practicante de la lucha canaria, jurista que llegó a ser Fiscal General del Estado. El pleito es un fatalismo con el que hay que luchar, pero los que hemos nacido en La Palma o El Hierro lo vemos de una manera diferente a como lo aprecian los tinerfeños y los grancanarios. Quienes hemos nacido fuera de las dos islas capitalinas entendemos que algún día será preciso construir la idea de Canarias, partiendo de presupuestos diferentes.
La atlanticidad y el mestizaje son los ejes de nuestra forma de mirar el mundo. Y uno de los principales errores del independentismo desde Antonio Cubillo consiste en vincular una futura emancipación del archipiélago con la adopción del africanismo cultural. El espacio atlántico es el que trajo a nuestros pobladores, desde los norteafricanos a los conquistadores, desde los portugueses a los genoveses o a los de Flandes e Irlanda, los comerciantes del azúcar, los esclavos berberiscos y negros de los ingenios. Claro que la literatura y la historicidad de Canarias han sido relegadas con frecuencia, y el intento de desvelamiento de nuestra identidad ha sido silenciado, incluso por nuestras universidades. Ya lo decía el psicólogo Manuel Alemán: Canarias posee una identidad “neblinada”. “La interpretación falseada de nuestra historia, el peso de las culturas impuestas, la domesticación de las ideologías, la infravaloración del modo de ser del canario han interferido como factores neblinantes de nuestra identidad canaria”, decía en el libro ‘Psicología del hombre canario’. Es como cuando se plantea que somos aplatanados, que somos inferiores... Todo eso se construye a través de un proceso largo. Y por eso, el proceso histórico de toma de la identidad real va a llevar bastante esfuerzo. Pero este proceso difícilmente podrá llevarse a cabo a través del pensamiento de Frantz Fanon, el pensador de Martinica que ayudó a la independencia de Argelia y que teorizó sobre el colonialismo y la liberación de los pueblos, con su análisis sobre la descolonización y la psicopatología de la colonización. En ese sentido, discrepamos de Alemán.
Lo que sucede, a nuestro modo de ver, es que Canarias tiene una identidad abierta, con permanente fusión de pobladores, un territorio de ida y vuelta entre Europa, África y sobre todo América. Es fácil prever que si no hubiéramos sido conquistados por los españoles lo habríamos sido por los portugueses, los británicos o los franceses. Y, pese a la historia negra de España, al cabo de cinco siglos no ha sido tan detestable la huella histórica y cultural que ha dejado la cultura española en nosotros. La pertenencia a la Unión Europea ha acentuado el destino turístico y residencial de estas islas, elevó el nivel de vida y facilita el asentamiento de muchos extranjeros aquí. Claro que el monocultivo turístico tiene los mismos riesgos que los sucesivos monocultivos han generado sobre nuestra realidad socioeconómica.
Estamos en un espacio oceánico, como decían Manuel Padorno y Juan Manuel García Ramos. En algunas fases recientes de nuestra historia, hemos estado más vinculados a la economía británica que a la peninsular. La emigración americana ha sido la válvula de escape, y el mar ha sido el elemento definitorio de nuestra forma de ser. La emigración hacia el Sáhara Occidental, allí donde establecieron tantos compatriotas, fue cortada drásticamente y con ello se elevó la sensación de peligro e indefensión frente al vecino marroquí. Canarias no es África, ni América, ni Europa, pero somos atlánticos y tricontinentales. En un mundo tan global ya no importan tanto la lejanía ni la insularidad; todo va y viene, todo se interconexiona. Por eso hoy el sentimiento geográfico de ser ultraperiféricos ha de ser matizado. Hoy, con internet y los vuelos de bajo coste, el centro está en todas partes y la emigración nos empuja otra vez a salir de nosotros. Bien es verdad que la burguesía canaria en general necesitaría conocer y valorar mejor el patrimonio histórico, artístico, literario, de esta tierra. Bien es verdad que el nivel educativo de nuestro pueblo sigue dejando mucho que desear.
La atlanticidad permite una visión unitaria de la historia regional. Los primeros pobladores del archipiélago llegaron por el Atlántico desde el continente africano o desde el sur de Europa según otras teorías, da lo mismo; los primeros barcos arribaron a nuestras costas surcando el mismo mar; los conquistadores y colonos españoles navegaron más de mil kilómetros por el Atlántico para llegar aquí; nuestros emigrantes encontraron un lugar cuando llegaron al Caribe. El Atlántico ha conformado lo que hoy somos, y una visión real de nosotros mismos debería excluir ciertos complejos de inferioridad que todavía poseemos. Seguimos conociendo y valorando de manera insuficiente nuestra realidad. Querernos más permitiría potenciarnos mejor, por eso cabe afirmar que Canarias está todavía por construir.
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