Claro que sí, 'fajana'

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—¿Y tú no piensas decir nada?

—¿Yo, yo por qué? Primero que si solo se puede hablar de ella para el interior de la isla y nunca para la costa.

—¿Dijeron eso?

—Sí, un profesor, creo que de la Universidad de Las Palmas. Ahora, al señor que afirma eso se le unieron otros, y zanjan el asunto proponiendo: delta lávico o isla baja. ¡¿Qué te parece?!

—Espera, espera, será una confusión, ¿no?

—Nada, nada, lo han publicado, y hasta en la tele vi a uno de ellos que se mostraba muy seguro de lo que decía, y lo presentaba como un simple arcaísmo en desuso que apenas pervive en la toponimia como nombre de algunos lugares.

—Claro, yo, aunque vengo mucho por la isla, no soy de aquí y… no sé… pero, si el profesor dice que no hay fajanas en el litoral, entonces… entonces, digo yo, parece lógico que la que hemos llamado así no lo es.

—¡Que no hay en el litoral fajanas! ¡Qué no las hay! ¿¡Entonces no lo es la de Barlovento, donde me baño todos los veranos!? ¿¡No lo es la de Franceses, donde mi amigo Pepe y yo vamos a pescar a menudo!? Claro que hay fajanas en el litoral, y muchas.

—¡Chacho!, desde luego que sí, fíjate que ni me había dado cuenta, y eso que una vez me bañé en la de Barlovento. Tal vez el profesor que niega su existencia no conoce mucho la isla o, como yo, no cayó en la cuenta, digo. ¡Ah, espera! Claro, tal vez no se puede llamar así porque está formada por la lava. Seguro que es eso.

—¡Pero, qué dices! ¿Tú sabes lo que es una fajana?

—Pues no sé qué decirte, no sé… es que yo de geología más bien nada… ellos sí saben, y si no pueden ser de colada volcánica pues no lo son, ¿qué te parece?

—Ven.

Me tomó del brazo y me arrastró hasta su despacho-biblioteca. De una estantería retiró varios libros de muchas páginas cuyo autor es el palmero Luis Agustín Hernández Martín. Multitud de papelitos de color amarillo, en los que figuraba escrita la palabra fajana, sobresalían por entre un gran número de páginas de todos los libros.

—Mira, mira. Lee.

Leí parte de algunas de esas escrituras del escribano Domingo Pérez (1546-1567): t. I-IV

1554, julio, 10.                                                                                                       C. 3, f. MCCXCII

Donación que Marta de Alarcón, mujer de Francisco..., difunto, vª., de su agrado y buena voluntad hace al bachiller Francisco Polite, su sobrino, vº., presente, de unas tierras de pan sembrar que tiene en el término de Barlovento, donde puede haber 53 fs. de tierra; lindante por una parte con tierras que fueron de Francisco Polite, padre del bachiller, y que al presente posee Marco Ruberto, por otra parte con tierras de Hernando Luxán, su hermano, por arriba con tierras de la ermita de N. Sra. del Rosario, y por abajo con una fajana que posee Gonzalo Yanes Crespo…

1554, julio, 16.                                                                                                      C. 3, f. MCCCXVI

Miguel de Monteverde, regidor, vº., dice que ...os González, vº., morador en el barranco de la Herradura, presente, está obligado a pagarle 5 doblas y media anuales de censo, en razón de una fajana de tierras que le dio a tributo enfitéutico, según escritura que pasó ante Domingo Pérez, esc. púb…

1561, octubre, 6.                                                                                                      C. 9, f. 1.159 v.

Venta que Benito Martín, vº., como hermano y legítimo heredero de Leonor Martín, mujer de Gaspar de Fraga, difuntos, según se contiene en la cláusula de su testamento, que se otorgó ante Domingo Pérez, esc. púb., hace a Diego Rodríguez de El Paso, vº., presente, de las tierras limpias y monte que Leonor tenía en el término de Tixarafe, en las fajanas del barranco de La Horada, hacia la parte de Aguatavar…

—Y otras de Blas Ximón, escribano de la villa de San Andrés y sus términos (1546-1573), dos vols.

1561, octubre, 27.                                                                                         C. 4/4, f. CCCXV

Partido de medias que Juan Garces, vº., concierta con Amaro Gonçales, est., presente, de una viña y heredad que tiene en el barranco de La Galga, con sus árboles y fajanas de tie­rras…

[1563, agosto, …]                                                                                         C. 5/2, f. CXXXIV

Arrendamiento que Juan Álvarez…, vº., hace a Feliciano Enríquez y a Gaspar [González], vs., presentes, de la viña que tiene [en el barranco del Agua, que dicen «La Fajana»…

1558, octubre, 31, lunes.                                                                                 C. 3/5, f. CCCL

Partido de medias que Alonso Gonçález del Tanque, vº., otorga a Blas Díaz, trabajador, vº., presente, de vna biña e heredad con vn pedaço de tierra calma que yo he y tengo en esta ysla en la fajana que dizen de los F[ranceses], con su casa de morada e casa bodega, cubierta de paja, e lagar e beynte e quatro cascos de botas e vna tina e vn fonil e la mitad de vna atahona…

1564, diciembre, 1º.                                                                                   C. 5/6, f. CCCXXIX

Arrendamiento que Alexo Botello, escumero, vº., hace a Açensio Pérez, herrero, vº. en el término de Los Sauces, que está presente, de una fajana de pan llevar y monte en el barranco de la Herradura, que es la fajana que dicen de «Lope Yanes»…

—Sí, sí, ya veo que son innumerables las referencias al término fajana, incluso algunas con nombre propio. Dices que una fajana es un terreno llano o más o menos inclinado al pie de un acantilado o risco. Bueno y, ¿cómo siendo tan frecuente en esos protocolos, sin embargo ese término, más allá de la toponimia, ha caído en desuso?

—Sí, porque a medida que a los distintos lugares de la isla se les fueron asignando nombres propios, mejorando considerablemente en las escrituras la referencia al lugar de ubicación de las propiedades, el nombre común fajana se fue diluyendo. Pero, en la memoria colectiva de los palmeros, el concepto de fajana sigue vivo y, por lo tanto, el terreno del volcán ganado al mar, por su forma, es una fajana.

—Sin ánimo de contradecirte, pienso que quizás es la materia que la forma lo que hace que ese nuevo accidente geográfico no lo sea.

—¿Qué tiene que ver el material…? ¿Trajo, acaso, Alonso Fernández de Lugo un adelantado geólogo para que le indicara la génesis del relieve de la isla antes de asignarle un nombre? Amigo mío, la geomorfología, como ciencia, va adquiriendo forma a finales del siglo XIX, y la palabra fajana, de origen portugués, hace más de 500 años que se comenzó a usar aquí para dar nombre a lugares con una forma determinada, independientemente de cuál fuera el origen de su formación. Cualquiera de los escribanos de aquella época que, por aquel entonces, se hubiese visto en la tesitura de inscribir un terreno ganado al mar como el que nos ocupa lo hubiera referenciado, no tengo la menor duda, como fajana.

Fajana, claro que sí. Además, suena bonito, ¿verdad? Me gusta que haya trascendido, que se haya escuchado en multitud de medios. En cualquier caso, serán los hablantes, especialmente los palmeros, los que acaben por referirse a ese nuevo terreno como fajana, porque el léxico, amigo mío, no se impone.

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