Historia de la toponimia vial de San Sebastián

Es un minucioso e interesantísimo trabajo que conduce al pasado del barrio de San Sebastián de Santa Cruz de La Palma, al origen de la toponimia vial de una de las zonas más emblemáticas y señeras de la ciudad, llena de encanto y tradición. Víctor Hernández Correa, investigador y técnico del Servicio de Patrimonio Histórico de la capital, es el autor de los textos del callejero que ha editado el Ayuntamiento para poner en valor el distrito conocido popularmente como La Canela.

San Sebastián o La Canela, explica Hernández Correa, constituye “uno de los sectores más exclusivos del casco histórico de Santa Cruz de La Palma gracias a su emplazamiento, enclavado en la escarpada orografía de la ciudad (que confiere al conjunto la apariencia de un anfiteatro) y a su estratégica posición en una de las arterias neurálgicas del tráfico comercial de La Palma de todos los tiempos: el llamado camino real de la Banda, que unía de punta a punta la capital de la Isla y su puerto con el emporio azucarero de las haciendas de Argual y Tazacorte”.

El barrio debe su nombre “a la erección de la ermita, en el siglo XVI, dedicada al santo mártir romano San Sebastián, protector contra la peste”. El distrito de San Sebastián se conoce popularmente como La Canela “en alusión a dos significados figurados del español hablado: 'canela', que designa cualquier cosa muy fina y exquisita, y 'canela fina', expresión que encarece la valía de algo o de alguien”, señala.

Hernández Correa ha sintetizado en el callejero el origen de la toponimia menor de San Sebastián. “Las entradas se ordenan de acuerdo a la orientación de las calles de este a oeste y de norte a sur e incluyen la justificación de las denominaciones históricas y actuales y algunas notas sobre urbanismo, arquitectura e historia social”, indica. “El barrio contiene, así, nombres de origen patronímico (Francisco Abreu, Fernández Ferraz), hagiónimos o relacionados con la santidad y el culto religioso (San Sebastián), fitotopónimos (Drago, Las Zarzas), topónimos de origen hidronímico (Cajita Blanca), de materiales naturales propios del lugar (Tosquitas), de actividades agrícolas (Huertas) y otros de reciente incorporación que copian referentes nominales de barrancos emblemáticos de la Isla (Aguacencio, Angustias, Izcagua)”. Este conjunto, añade, “es el resultado de la interpretación que los santracruceros han hecho de su territorio y de esa necesidad universal que tiene el hombre de codificar lingüísticamente el sitio que justifica su existencia”.

La calle San Sebastián es la arteria principal del barrio y recibe su nombre del santo mártir romano, que cuenta con ermita desde el siglo XVI. Se integra en el antiguo camino real de la Banda, que conecta Santa Cruz de La Palma con el Valle de Aridane hasta el puerto de Tazacortea través de la cumbre.

Huertas debe su denominación a la existencia antiguamente de bancales en el primer tramo de la calle hacia el norte. Fernández Ferraz se llamaba históricamente calle Las Zarzas en referencia a este arbusto. En 1926 cambió su nombre por los apellidos de los tres hermanos intelectuales y educadores Valeriano, Juana, Víctor y Juan Fernández Ferraz.

En referencia a la calle Montecristo, apunta Hernández Correa que “no es casual que la cima del barrio de San Sebastián se llame Montecristo, traslación local del monte de Cristo o monte Tabor”.

La calle Francisco Abreu García atraviesa el solar del huerto del convento dominico de Santa Catalina de Siena. Fue abierta entre 1876 y 1878 y urbanizada hacia el oeste por la sociedad La Edificadora Palmense, conociéndose popularmente como calle Nueva. Desde 1904 lleva el nombre del médico y diputado Francisco Abreu García, apodado 'el amigo de los pobres'.

La denominación de la calle San Miguel “ha de relacionarse con el convento, contiguo, de San Miguel de las Victorias; el arcángel es, además, patrón de la Isla, a la que nombra”.

De la calle Drago dice el citado investigador que “el antiguo callejón que va a dar al convento de Santo Domingo comienza a conocerse en el siglo XIX con el nombre vulgar del mítico Dracaena draco, apreciado por su apariencia mágica y por las cualidades curativas de su savia”.

La calle Dornajo “era parada obligatoria para la aguada y descanso de caminantes, arrieros y bestias de carga que tomaban el camino real de la Banda para dirigirse desde la ciudad hasta Breña Alta y el Valle de Aridane”. A esta vía da nombre “una fuente dotada con frontón triangular, del que parten varios chorros, y con pila de cantería, a la vez lavadero y abrevadero”.

El nombre de la calle Cajita Blanca se debe “a la caja de reparto (aún conservada) desde la que se distribuía hacia el sector sur de la ciudad el agua de abasto público a través de una red de canalizaciones, cajas menores y fuentes”. El adjetivo “califica el particular color de la cal que revestía su superficie exterior”.

La denominación de la calle Tosquitas se refiere al diminutivo de 'tosca', que en Canarias designa distintas variedades de rocas ígneas. Izcagua, abierta en la década de 1930, recibe el nombre del barranco que divide Puntagorda y Garafía, y Garome, que nació en 1933, al barranco que separa Tijarafe y Puntagorda. Angustias, también creada en 1933, se refiere a otro barranco, el de Las Angustias.

La calle Matemático José Guadalupe, abierta solo en un pequeño tramo en la década de 1930, recibió originariamente el nombre de barranco de Aguacencio (Breña Alta). Esta denominación se cambió en 2007 por la actual, que “honra la figura del doctor José Javier Guadalupe Hernández, uno de los científicos más importantes que ha dado La Palma en la segunda mitad del siglo XX y que sobresalió en el ámbito nacional e internacional”.

Finalmente, el Rincón de Pepita Sosa es “una plazuela pensada para honrar la memoria de una de las mujeres más influyentes del barrio de La Canela del segundo tercio del siglo XX”. Hernández Correa explica que “el nombre de Josefa Patrocinia Ascensión Sosa Armas, 'catedrática de barrio', se halla estrechamente vinculado al discurrir de la educación de este sector con la apertura de una humilde pero fructífera academia privada en su residencia”. En el salón de su casa “acogió la docencia de preescolares, alumnos de primaria y de enseñanza libre”.

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