La Laguna, San Isidro y el volcán
No debemos dejar pasar un 15 de mayo, onomástica del santo labrador, sin recordar el arraigo de un barrio a los anuales regocijos de los festejos de San Isidro y la Santa Cruz. Los laguneros y laguneras somos campesinos y labradores, esos son nuestros orígenes. El fruto de los campos durante centurias ha llevado prosperidad a nuestras gentes.
Ahora cuando el maldito volcán de Cumbre Vieja ha dividido en dos nuestro territorio debemos superar la catástrofe y todos mirar a un nuevo futuro. No descansaremos en el empeño. La Laguna volverá a resurgir. El saluda del programa de las fiestas de 1988, hace 34 años, entre el 30 de abril y el 16 de mayo, nos describe en una sencilla y bella prosa al barrio lagunero diciendo:
“En el mes de mayo, cuando la primavera está en su plenitud y máximo esplendor, el barrio de La Laguna celebra sus fiestas de San Isidro Labrador y la Santa Cruz. A medio camino entre el mar y la ciudad, nos encontramos con un cruce de carreteras: a partir de ese punto toma forma nuestro barrio, que se va expandiendo, guardando una armonía total entre el blanco de sus casas, el colorido de sus jardines y el verdor exuberante de los cultivos de plataneras y aguacates que la circundan …”.
Un cruce de carreteras, armonía entre el blanco de sus casas y el colorido de los jardines. Y el verde de los cultivos de las plataneras y aguacates. Hoy muchos de esos espacios llenos de vida han sido invadido por la lava, aunque los guardamos en nuestra memoria y recuerdo. Seguimos estando a medio camino entre el mar y la ciudad y ahí, sólo en ese lugar, volveremos a convocar a los festejos de San Isidro, el campesino labrador.
*Marcelino Rodríguez Ramírez es presidente de la Sociedad Velia y la Asociación de Vecinos La Laguna-Tajuya de Los Llanos de Aridane
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