“El consumismo genera infelicidad, individualismo y competitividad”

Beatriz Errea (i) y Charo Morán.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

Charo Morán y Beatriz Errea, de las comisiones nacionales de Consumo y Energía de Ecologistas en Acción, se encuentran en La Palma para participar en unas jornadas en las que analizan la conexión entre el modelo de consumo y la felicidad. Asimismo, han presentado por primera vez en Canarias, con la colaboración de la Federación Canaria Ben Magec-Ecologistas en Acción, la campaña y exposición ¿Consumimos felicidad? (www.consumimosfelicidad.org) que la confederación ecologista lleva a cabo en todo el territorio español. Este viernes, 30 de agosto, Charo Morán y Beatriz Errea impartirán una charla-taller en la Casa Amarilla de Las Ledas, en Breña Baja, sobre el consumo desde el ecofeminismo. En una entrevista con La Palma Ahora aseguran que “el consumismo genera infelicidad, individualismo y competitividad”. “Lo que realmente aporta felicidad son las relaciones humanas, las relaciones colectivas, tener una red de amigos y de personas cercanas”, sostienen. 

-¿El consumo compulsivo es un factor de infelicidad? 

-Pensamos que sí porque la rueda del consumo es una rueda sin fin y genera una insatisfacción crónica en la que nunca estás satisfecho, y en la medida en la que nunca estás satisfecho, te produce ansiedad, insatisfacción e infelicidad. 

-¿Es posible ser feliz en una sociedad consumista? 

-Todos los estudios que hemos consultado sobre la felicidad dicen que lo que realmente aporta bienestar son las relaciones humanas, las relaciones colectivas, tener una red de amigos y de personas cercanas, y la sociedad de consumo nos genera individualismo, competitividad y ansiedad, va en contra de la felicidad. 

-¿Cuáles son las claves para lograr el bienestar? 

-Volver a recuperar lo colectivo, la articulación comunitaria. También hay estudios que hablan de darle sentido a nuestra vida, es decir, empoderarnos de nuestra vida, no hacer lo que nos dice la publicidad sino organizarnos con unas expectativas vitales, tener un sentido vital. También hay otro factor muy importante que relaciona la felicidad con los niveles de ingresos. Una vez que sobrepasamos un punto umbral, tener más no nos da más felicidad. Hasta ese punto sí porque tenemos nuestras necesidades cubiertas, pero mucho más no nos da más felicidad. 

-¿Qué impactos sociales y ambientales tiene el  actual modelo de consumo? 

-Cualquier cosa que compramos, cualquier cosa que hagamos, cualquier transporte que tengamos tiene una huella ecológica y una huella social, y estamos hablando desde cambio climático y pérdida de biodiversidad hata esclavitud y prostitución porque es un consumo injusto y totalmente irresponsable desde el punto de vista ambiental. Cada cosa que se produce está dentro de un marco de globalización económica y eso hace que se produzca un trasiego de mercancías a lo largo del planeta. Hay unas líneas de explotación y una vuelta de residuos a los países del sur. Como ejemplo podemos citar el móvil, con la extracción del coltán, la producción en China en condiciones de miseria y con altos niveles de contaminación y su posterior consumo vía publicidad. Después ese móvil lo devolvemos a Ghana o a otros países africanos convertidos en vertederos tecnológicos. Todo esto es una rueda sin fin que desconocemos en gran medida y que es totalmente injusta, además de generar crisis ecológica. 

-¿Pero creen que se puede parar la rueda del consumo? 

-Creemos que cada vez hay más gente que se da cuenta de que su estilo de vida no le aporta bienestar, que vivimos en una rueda de trabajar, consumir y trabajar; bueno, esto se lo plantea la gente que tiene trabajo, a otra, en nuestros propios contextos, se le expulsa del empleo, hay desempleo estructural. Las sociedades en las que existe mucha polarización social entre ricos y pobres, que es lo que estamos gestando, son sociedades mucho más infelices porque se generan situaciones de violencia estructural. Las aspiraciones que tienes es ser como el rico, vivir bien. En nuestra sociedad actual, cada persona posee una media de 10.00 objetos, frente a comunidades con las que coexistimos en la actualidad, que tienen otra cultura, como es el caso de los indios navajos, que poseen 236 objetos de media. Esto significa que nuestra cultura es de acumulación y la de los indios navajos es una cultura de lo colectivo y de formar parte de algo más global que es la Tierra. Por otro lado, en paralelo con otros movimientos sociales, en el feminismo se ha visto que hay una clara desigualdad entre hombres y mujeres, y tanto aquí como en países empobrecidos ha surgido un movimiento muy grande que viene a cambiar las cosas. La preocupación por el cambio climático está siendo cada vez más fuerte sobre todo en las nuevas generaciones y eso da una cierta esperanza. 

-Defienden que el feminismo y el ecologismo son dos luchas sociales fundamentales en el siglo XXI para repensar el modelo de consumo desde un enfoque feminista. 

-Nos parece que es fundamental porque la lógica del modelo consumista se basa en invisibilizar lo que nos proporciona la naturaleza de una forma desinteresada y lo que nos proporcionan las mujeres tradicionalmente que han venido haciendo las tareas de cuidados. En la medida en que se invisibilizan ambas cosas, que son fundamentales para la vida, formar parte de los cuidados y la vida en el planeta, tiene la misma lógica. Somos ecodependientes e interdependientes, y eso en nuestra sociedad se invisibiliza totalmente. Y el ecofeminismo, tanto el ecologismo como el feminismo, ponen en el centro estos debates, que lo importante para la vida es que nos cuidemos, que nos relacionemos.

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