“El desfibrilador me salvó la vida y yo he donado otro”
Eran las 10.30 horas aproximadamente del día 26 de julio de 2010 cuando Aldolfo Moreira Vélez, que entonces tenía 47 años, cayó desplomado por un infarto a la altura de la Peña del Barcelona, en la avenida Marítima de Santa Cruz de La Palma. Se dirigía a la ferretería Norte a realizar unas compras, pero un fallo cardíaco lo paró en seco y lo dejó en estado crítico en uno de los parterres de la zona. Adolfo no es hoy noticia porque sufriera una parada cardiorrespiratoria hace tres años, sino porque he decidido donar un desfibrilador a la Policía Local de la capital, un aparato similar al que usaron los tres agentes que le atendieron cuando se desvaneció y que logró mantenerlo con vida hasta que llegaron los servicios de emergencia. “Mi agradecimiento a todos los que me prestaron ayuda en aquel momento será eterno porque ya me han permitido vivir tres añitos más, pero yo me sentía en deuda, no sabía cómo podía pagar lo que habían hecho por mí, y entonces pensé en comprar un desfibrilador para que los agentes tuvieran otro más, y si a alguien le pasa igual que a mí, que también lo puedan salvar”, ha señalado a LA PALMA AHORA.
(Adolfo Moreira junto a los tres agentes que le reanimaron, Víctor Miguel Pérez, Luis Miguel Díaz y Carlos Alberto Peña, y el jefe de la Policía Local, Eduardo Pérez, el día que donó el desfibrilador)
Adolfo Moreira, un trabajador del Aeropuerto que ahora tiene 50 años, donó el desfibrilador en un acto que se celebró el pasado 19 de julio en el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma con la presencia de los tres agentes que lo reanimaron, Víctor Miguel Pérez Ortega, Luis Miguel Díaz Rodríguez y Carlos Alberto Peña Ventura, a los que las autoridades municipales les han entregado una placa de reconocimiento por su encomiable actuación. Estuvieron también presentes el jefe de la Policía Local, Eduardo Pérez, el alcalde de la capital, Sergio Matos, y representantes de las fuerzas políticas presentes en la Corporación.
Moreira, un hombre afable y tranquilo que huye de protagonismos, asegura que la donación la ha hecho para “sentirme en paz” y para contribuir a salvar otras vidas. “Ojalá que nunca se tenga que usar, pero si alguien lo necesita, que esté disponible y que tenga la misma oportunidad que tuve yo”, comenta. El día que entregó el desfibrilador al alcalde, los sentimientos lo desbordaron. “Yo no soy amigo de estas historias, y me emocioné porque empecé a recordarlo todo”, confiesa.
Pero Adolfo no sólo ha donado el desfibrilador, que le ha supuesto un desembolso de unos 2.200 euros, sino que se ha comprometido a su mantenimiento. “No hay dinero que pueda pagar esta acción; yo tuve que ahorrar un poco para comprarlo y ahora costearé todos los gastos: baterías, reparaciones etc.; mientras yo tenga vida, me hago cargo del aparato; hay personas que apadrinan un niño y yo he apadrinado un desfibrilador”, comenta. “En esta vida todo no es el dinero, yo he hecho un pequeño sacrificio y lo he podido comprar, y hoy me siento en paz, porque ese aparatito me permitió seguir viviendo”, insiste.
Aquel 26 de marzo de 2010, Adolfo Moreira estuvo al mismo borde de la muerte cuando transitaba junto a la Peña del Barcelona. “Me caí en el seto y no recuerdo nada, pero la primera persona que me atendió me dijo después que lo primero que hizo fue romperme la camisa porque estaba todo morado; más tarde apareció el coche patrulla con los tres policías que, gracias al desfibrilador, me mantuvieron con un hilito de vida hasta que llegaron los sanitarios y me llevaron al Hospital”, rememora.
El infarto ha supuesto un antes y un después en la vida de Moreira. Ha dejado el tabaco y ha bajado algunos kilos. “Me encuentro estupendamente y hago una vida normal; ahora valoro otras cosas y llevo un ritmo más tranquilo”, asegura. Y se siente “en paz” porque ha contribuido “con un pequeño granito de arena” a mejorar las dotaciones de emergencia de Santa Cruz de La Palma con la donación de un aparato electrónico portátil que, si se utiliza correctamente y con celeridad, como así hicieron los tres agentes de la Policía Local que lo reanimaron, puede evitar muertes en caso de fallo cardíaco. El gesto de Adolfo Moreira, sin duda, le honra como ciudadano.