Durante la erupción hubo dos episodios de lluvia ácida en La Palma
Durante los 85 días que el volcán de Cumbre Vieja estuvo en activo se localizaron dos episodios separados de lluvia ácida que afectó al pinar canario, sobre la montaña Quemada, en el primero de ellos, y sobre las partes altas de la dorsal de Cumbre Vieja en el segundo.
Es la primera vez que ha sido observado este fenómeno en Canarias y ahora los biólogos del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) están trabajando sobre el terreno posteruptivo para conocer las consecuencias que ha tenido sobre la biodiversidad.
La erupción volcánica de la isla de La Palma supuso la emisión de gases como vapor de agua, dióxido de carbono y dióxido de azufre (SO2). Este último es el que en concentraciones altas ha generado lluvia ácida en puntos concretos de la orografía palmera.
Alrededor de un kilómetro al norte del edificio volcánico se encuentra la Montaña Quemada, y es en el pinar que la ocupa donde se detectó el primer episodio de precipitación con altas concentraciones de azufre, lo cual afectó a los pinos al secar los extremos de sus hojas, no así la base de estas.
El otro episodio de lluvia ácida sucedió a varios kilómetros al sur del cono volcánico, en las partes altas de la dorsal Cumbre Vieja.
Los efectos de la lluvia ácida no deben confundirse con los que provoca una fotosíntesis en condiciones subóptimas por la presencia de gases nocivos, aunque el resultado es parecido, un pinar aparentemente seco o “abrasado”.
Manuel Nogales, biólogo del IPNA y delegado en Canarias del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), es uno de los científicos que estudia actualmente la afección provocada por el volcán.
“Los pinos han sobrepasado todas las expectativas que teníamos”, explica Nogales en declaraciones a EFE, pues “siempre se ha hablado que el pino canario resiste a los incendios, pero aquí nos hemos dado cuenta que a lo que resiste es a los volcanes”.
Pasadas tres semanas desde el final de la erupción en Cumbre Vieja, fechada a 13 de diciembre, los pinos ya empiezan a mostrar brotes verdes a tan solo 300 metros del edificio volcánico, lo cual demuestra la fortaleza de esta especie que aprendió a convivir con la realidad volcánica de las Islas Canarias.
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